jueves, 29 de febrero de 2024

Historia del Mundo Contemporáneo. El Crac del 29. Actividades

Actividad 1


Comenta las siguientes gráficas:

  • Describe el comportamiento de las curvas (si aumentan, descienden, cuales son los picos significativos, etc.)
  • Compara la evolución de los distintos países.
  • Extrae conclusiones (en qué años se aprecia la recuperación económica tras la I Guerra Mundial, en qué años se notan los efectos del Crac del 29, etc.) Fijaros, por ejemplo, en qué momento de los años 20, los distintos países alcanzan el valor 100 y en qué momento de los años 30 recuperan los valores previos a la crisis del 29.

Gráfica 1. Indice de Producción Industrial 1922-1937



Gráfica 2. Porcentaje de parados sobre la población activa.

Actividad 2


Groucho Marx fue un cómico enorme que, junto a sus hermanos Harpo, Chico y Zeppo, formó el famoso grupo conocido como Los Hermanos Marx, que protagonizaron multitud de películas en los años dorados del Hollywood, los años 30 y 40. Como muchos de los estadounidenses de la época, Groucho invirtió en acciones y contó en su autobiografía como le fue. Es un documento magnífico para comprender como funcionó la burbuja que explicábamos en la entrada La Crisis del 29.

Comenta el texto mediante las siguientes pautas:
  • ¿Qué es Wall Street? ¿Dónde se ubica?
  • ¿Cómo y por qué se une Groucho Marx al negocio de la compra y venta de acciones? ¿Cómo lo descubre?
  • ¿Cómo describe Groucho el pánico bursátil?
  • Como conclusión, ¿crees que puede sacarse alguna lección de lo ocurrido en 1929? 

Muy pronto un negocio mucho más atractivo que el teatral atrajo mi atención y la del país. Era un asuntillo llamado mercado de valores. […] Constituyó una sorpresa muy agradable descubrir que era un negociante muy astuto. […] Todo lo que compraba aumentaba de valor. […] Podías cerrar los ojos, apoyar el dedo en cualquier punto del enorme tablero mural y la acción que acababas de comprar empezaba inmediatamente a subir. Nunca obtuve beneficios. Parecía absurdo vender una acción a treinta cuando se sabía que dentro del año doblaría o triplicaría su valor.
Mi sueldo semanal en Los cuatro locos era de unos dos mil, pero esto era calderilla en comparación con la pasta que ganaba teóricamente en Wall Street. […] Aceptaba de todo el mundo confidencias sobre el mercado de valores. Ahora cuesta creerlo pero incidentes como el que sigue eran corrientes en aquellos días.
Subí a un ascensor del hotel Copley Plaza, en Boston. El ascensorista me reconoció y dijo:
-Hace un ratito han subido dos individuos, señor Marx, ¿sabe? Peces gordos, de verdad. […] Hablaban del mercado de valores y, créame, amigo, tenían aspecto de saber lo que decían. […] Oí que uno de los individuos decía al otro: "Ponga todo el dinero que pueda obtener en United Corporation". […]
Le di cinco dólares y corrí hacia la habitación de Harpo. Le informé inmediatamente acerca de esta mina de oro en potencia con que me había tropezado en el ascensor. Harpo acaba de desayunar y todavía iba en batín.
-En el vestíbulo de este hotel están las oficinas de un agente de Bolsa –dijo. Espera a que me vista y correremos a comprar estas acciones…
-Harpo -dije-, ¿estás loco? ¡Si esperamos hasta que te hayas vestido, estas acciones pueden subir diez enteros!
De modo que con mis ropas de calle y Harpo con su batín, corrimos hacia el vestíbulo, entramos en el despacho del agente y en un santiamén compramos acciones de United Corporation por valor de ciento sesenta mil dólares, con una garantía del veinticinco por ciento.
Para los pocos afortunados que no se arruinaron en 1929 y que no estén familiarizados con Wall Street, permítanme explicar lo que significa esa garantía del veinticinco por ciento. Por ejemplo, si uno compraba ochenta mil dólares de acciones, sólo tenía que pagar en efectivo veinte mil. El resto se le quedaba a deber al agente. Era como robar dinero. […]
El mercado siguió subiendo y subiendo. […] Lo más sorprendente del mercado, en 1929, era que nadie vendía una sola acción. La gente compraba sin cesar. Un día, con cierta timidez, hablé a mi agente acerca de este fenómeno especulativo.
-No sé gran cosa sobre Wall Street -empecé a decir en son de disculpa- pero, ¿qué es lo que hace que esas acciones sigan ascendiendo? ¿No debiera haber alguna relación entre las ganancias de una compañía, sus dividendos y el precio de venta de sus acciones?
Por encima de mi cabeza, miró a una nueva víctima que acababa de entrar en su despacho y dijo:
-Señor Marx, […] lo que usted no sabe respecto a las acciones serviría para llenar un libro. […] Éste ha cesado de ser un mercado nacional. Ahora somos un mercado mundial. Recibimos órdenes de compra de todos los países de Europa, de América del Sur e incluso de Oriente. Esta mañana hemos recibido de la India un encargo para comprar mil acciones de Tuberías Crane.
Con cierto cansancio, pregunté:
-¿Cree que es una buena compra?
-No hay otra mejor -me contestó-. Si hay algo que todos hemos de usar son las tuberías. […]
-Apúnteme para doscientas acciones; no, mejor aún, serán trescientas.
Mientras el mercado seguía ascendiendo hacia el firmamento, empecé a sentirme cada vez más nervioso. El poco juicio que tenía me aconsejaba vender, pero, al igual que todos los demás primos, era avaricioso. Lamentaba desprenderme de cualquier acción, pues estaba seguro de que iba doblar su valor en pocos meses. […] Muchas de las agencias de Bolsa tenían más público que la mayoría de los teatros de Broadway.
Parecía que casi todos mis conocidos se interesaran por el mercado de valores. […] El fontanero, el carnicero, el panadero, el hombre del hielo, todos anhelantes de hacerse ricos, arrojaban sus mezquinos salarios -y en muchos casos sus ahorros de toda la vida- en Wall Street. […]
De vez en cuando algún profeta financiero publicaba un artículo sombrío advirtiendo al público que los precios no guardaban ninguna proporción con los verdaderos valores y recordando que todo lo que sube debe bajar. Pero apenas si nadie prestaba atención a estos conservadores tontos y a sus palabras idiotas de cautela. […]
Un día concreto, el mercado comenzó a vacilar. Unos cuantos de los clientes más nerviosos fueron presas del pánico. […] Todo el mundo quiso vender. […] Luego el pánico alcanzó a los agentes de Bolsa, quienes empezaron a chillar reclamando garantías adicionales. […] Desdichadamente, todavía me quedaba dinero en el Banco. Para evitar que vendieran mi papel empecé a firmar cheques febrilmente para cubrir las garantías que desaparecían rápidamente. Luego, […] Wall Street lanzó la toalla y se derrumbó. Eso de la toalla es una frase adecuada, porque por entonces todo el país estaba llorando.
Algunos de mis conocidos perdieron millones. Yo tuve más suerte. Lo único que perdí fueron doscientos cuarenta mil dólares (o ciento veinte semanas de trabajo, a dos mil por semana). Hubiese perdido más pero era todo el dinero que tenía. […] Creo que el único motivo por el que seguí viviendo fue el convencimiento consolador de que todos mis amigos estaban en la misma situación. Incluso la desdicha financiera, al igual que la de cualquier otra especie, prefiere la compañía.
Actividad 3

La principal consecuencia del Crac del 29 fue el estallido de una profunda crisis económica, la más brutal que había conocido hasta entonces el capitalismo y que fue conocida en Estados Unidos como la Gran Depresión, una década durísima que ha dejado una honda huella en la memoria de la sociedad norteamericana.
La pobreza que causó la crisis entre la clase trabajadora, especialmente entre la población rural, fue uno de los principales temas de atención de la prensa de la época.
Os propongo dos ejemplos:

La primera fotografía, conocida como la Madre Migrante, fue realizada por Dorothea Lange en 1936, en un campamento de jornaleros que trabajaban en diversas campañas de recogida de fruta en California. La mujer retratada se llamaba Florence Owens Thompson.  



Elogiemos ahora a los hombres famosos es el titulo de un libro publicado por el periodista James Agee y el fotografo Walker Evans que retrata las condiciones de vida de los aparceros de Alabama en 1936.

 

Después de observar las imágenes, responde a las siguientes cuestiones:
  • ¿Qué acogida crees que pudo tener entre el público norteamericano el retrato de la pobreza de los campesinos que muestran las imágenes?
  • ¿Qué relación hay entre la publicación de fotografías como estas y la puesta en marcha del New Deal?

De propina, para que os divirtáis un rato, una de las escenas más famosas de los Hermanos Marx:


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