lunes, 9 de diciembre de 2019

4º de ESO. Curso 19/20. La Revolución Industrial. Actividades


1. Define los conceptos de Revolución Industrial e Industrialización.


2. Explica los antecedentes de la Revolución Industrial: la Revolución Demográfica y la Revolución Agrícola.


3. Comenta el gráfico “La Población Inglesa, 1730-1800” de la página 46 del libro de texto, respondiendo a las siguientes cuestiones:
  • Describe como evolucionan la natalidad y la mortalidad (Si aumentan, si descienden, si lo hacen regularmente, cuales son los picos en uno u otro sentido, etc.)
  • Calcula el crecimiento de la población en millones de personas durante el siglo XVIII.
  • Comenta cuales fueron las causas del crecimiento de la población. (Las explicamos en clase, pero puedes refrescar tu memoria leyendo el punto A de la página 60)
  • ¿Qué consecuencias del crecimiento de la población favorecieron la Revolución Industrial? (punto A página 52)





4.  Realiza un Cuadro-Síntesis explicando las características de la Primera y de la Segunda Revolución Industrial
Diferencias entre la 1ª y la 2ª Revolución Industrial


PRIMERA

SEGUNDA

Cronología




Países y Regiones Industriales



Industrias que destacan



Medios de Transporte



Tecnología



Fuentes de Energía





5. Explica las condiciones de vida de los obreros (horarios, salarios, higiene, vivienda, trabajo infantil, etc.) a partir de los textos leídos en clase:

Charles Turner Thackrah, Los efectos de los oficios, trabajos y profesiones, y de las situaciones civiles y formas de vida, sobre la salud y la longevidad (1832)

En esta fábrica trabajan mil quinientas personas, y más de la mitad tienen menos de quince años. La mayoría de los niños están descalzos. El trabajo comienza a las cinco y media de la mañana y termina a las siete de las tarde, con altos de media hora para el desayuno y una hora para la comida. Los mecánicos tienen media hora para la merienda, pero no los niños ni los otros obreros (...).
Cuando estuve en Oxford Road, Manchester, observé la salida de los trabajadores cuando abandonaban la fábrica a las doce de la mañana. Los niños, en su casi totalidad, tenían aspecto enfermizo; eran pequeños, enclenques e iban descalzos. Muchos parecían no tener más de siete años. Los hombres en su mayoría de dieciséis a veinticuatro años, estaban casi tan pálidos y delgados como los niños. Las mujeres eran las de apariencia más saludable, aunque no vi ninguna de aspecto lozano (...). Aquí vi, o creí ver, una raza degenerada, seres humanos achaparrados, debilitados y depravados, hombres y mujeres que no llegarán a ancianos, niños que nunca serán adultos sanos. Era un espectáculo lúgubre (...)”

Robert Owen, Observations on The Effect of the Manufacturing System (1815)

En los distritos fabriles es corriente que los padres envíen a trabajar a sus hijos a los siete años u ocho años, en invierno y en verano, a las seis de la mañana, a veces cuando aún es de noche y a veces con escarcha y nieve, para ir a las fabricas, que a menudo tienen una elevada temperatura y una atmósfera poco beneficiosa para el organismo humano y donde la mayoría de los obreros trabajan hasta las doce del mediodía; entonces tienen una hora libre para almorzar y luego vuelven para continuar, en la mayoría de los casos, hasta las ocho de la tarde.
Hoy día los niños deben trabajar incesantemente para ganarse la mera subsistencia. Están rodeados de otros niños en las mismas circunstancias, y así, al pasar de la niñez a la juventud, poco a poco se inician, especialmente los hombres, pero a menudo también las mujeres, en los seductores placeres de la droga y la embriaguez, para esto les ha preparado el duro trabajo diario, la falta de mejores costumbres y el vacío total de sus mentes.”

F. Engels, La situación de la clase obrera en Inglaterra (1845)

(…) El Dr. Lee, pastor de la vieja iglesia de Edimburgo, declaró, en el año 1836, ante la Commission of Reliqions Instruction: ”Que no había visto nunca, antes, una miseria como la de su parroquia. La gente no tiene muebles, les falta todo, a menudo habitan dos parejas de esposos en la misma habitación. Un día visitó siete casas en las que no encontró ninguna cama, en algunas ni siquiera paja; personas de ochenta años dormían sobre un armazón de madera. Casi todas permanecían vestidas durante la noche. En un sótano había encontrado dos familias de campesinos escoceses: dos de los hijos habían muerto poco después de haber llegado a la ciudad, el tercero estaba moribundo en el momento en que los visitó; para cada familia había sobre el pavimento un montoncito de paja sucia; además, el sótano -donde no era posible reconocer a una persona en pleno día- también daba albergue a un asno. El ver tanta miseria en un país como Escocia, haría sangrar a un corazón de piedra”. (…)
Las casas de las ciudades escocesas tienen, generalmente, cinco o seis pisos (…) y cada una está habitada por un gran número de familias; la aglomeración de muchos individuos en una pequeña superficie es, por esta causa, mayor. Estas calles -dice un diario inglés en un artículo sobre las condiciones sanitarias de los trabajadores en las ciudades- son tan estrechas, que desde la ventana de una casa se puede entrar en la casa de enfrente, y las casas son altas como torres, de modo que la luz apenas puede penetrar en los patios y las calles. En estos lugares de la ciudad no existen cloacas, ni hay en las casas cañerías o retretes, y, por lo tanto, cada noche, todas las inmundicias, los residuos y excrementos, de por lo menos 50.000 personas, son arrojados a los albañales, de modo que, a pesar del barrido de las calles, se produce una capa de suciedad estancada y un olor nauseabundo. (…) ¿No es de maravillarse que en tales condiciones estén completamente postergadas todas las normas de salud, la moral y aún de la más elemental conveniencia? (…). La sociedad ha caído, en estos lugares, en un estado de miseria indescriptible. Las habitaciones de las clases más pobres son, en general, muy sucias, y evidentemente no han sido nunca limpiadas; constan, en la mayoría de los casos, de una sola pieza, que por la pésima ventilación y a causa de las ventanas rotas e inadecuadas, es fría, muchas veces húmeda y se encuentra en parte bajo tierra, siempre mal amueblada y, por lo tanto, inhabitable. A menudo, un montón de paja sirve de lecho a una familia entera; sobre él yacen hombre y mujeres, viejos y jóvenes, en una promiscuidad repugnante. El agua se obtiene sólo de pozos públicos, y la fatiga requerida para bombearla justifica, naturalmente, todas las suciedades posibles.
En Birmingham, (…) las casas de albergue para obreros son bastante numerosas (más de 400), sobre todo en los patios del centro de la ciudad; son casi todas repugnantemente sucias y húmedas, y sirven de refugio a pordioseros, vagabundos, ladrones y prostitutas, que allí comen, beben, fuman y duermen, sin ninguna consideración a las conveniencias o al confort, en una atmósfera soportable sólo para esa gente degradada.
Manchester tiene no menos de 40.000 habitantes. La ciudad está construida de modo que puede vivirse en ella durante años y años y pasearse diariamente de un extremo a otro, sin encontrarse con un barrio obrero o tener contacto con obreros, hasta tanto uno no vaya de paseo o por sus propios negocios. Esto sucede principalmente por el hecho de que los barrios habitados por la clase obrera están netamente separados de los de la clase media.”