Hola a tod@s:
Os dejo el texto del discurso de la graduación de ayer. Es la última entrada que os dedico. No os doy la murga más.
Felicidades y buena suerte.
La primera vez que entré en una clase de la ESO pensé "¿qué hago yo aquí? ¿Quién me ha mandado a mí entrar aquí? ¿cómo voy a sobrevivir yo aquí? ¿qué digo?" Es así, la profesión docente para los que desconocen nuestro mundo tiene cierto aura de riesgo; de hecho, es muy normal que cuando la gente te pregunte qué a qué te dedicas y respondas que eres profesor de instituto, te mire con complacencia mientras piensan sin decirlo: "pobre hombre, como se le ocurre"; otros te sonríen con lastima; otros, muy pocos, con admiración; la mayoría te compadece y afirma con contundencia que serían incapaces de soportar a "los niños de hoy en día". Los propios alumnos te lo dicen: "yo jamás sería profesor, sería incapaz de soportar a los alumnos"
La verdad es que se equivocan. La gente que afirma que nunca se dedicaría a la enseñanza supongo que lo hacen porque no conocen a alumnas como Lucía Sosa o Sara Arcos. Lo mismo ocurre con los que se muestran pesimistas respecto al futuro. Insisto en el hecho de que se equivocan. Quien se atreve a dudar del futuro es porque no conoce a nuestro alumnado. Es más, yo creo que (parafraseando al poeta) Vendrá el futuro y tendrá vuestros ojos; vendrá el futuro y será esplendido. Vendrá el futuro y tendrá la inteligencia de Julia, la alegría de África, la bondad de María y la amabilidad de Sergio. Vendrá el futuro y tendrá la simpatía de Claudia, la sensibilidad de Antonio y la vitalidad y las ganas de reír de Alba del Castillo. Vendrá el futuro y será sereno y acogedor porque lo traerán personas como Celia, Andrea o Lucía del Rocío. Vendrá el futuro y merecerá la pena porque allí estarán Susana, Lucía Castro, Paulina, Marta Navarro, Alberto, Silvia, Pilar, Alvaro Pérez, Emma, Álvaro Diaz, Yanira, Rebeca, Alba Barrero y Cristian.
Vendrán alumnos nuevos y merecerá la pena seguir dedicándose al que creo que es el mejor oficio del mundo, al de profesor, al de maestra. Vendrán alumnos nuevos y serán estupendos porque habrán sido alumnos de profesoras con la empatía y el buen hacer de Adriana o de Alba Sánchez. Los institutos que son, a primera vista, un lugar gris y, a veces, inhóspito, seguirán siendo, en realidad, hogares en los que merecerá la pena deambular por sus pasillos para encontrarse a personas como Paula. Me dará pena, eso sí, alzar la vista y no ver de nuevo al alumnado que lleva conmigo desde la ESO porque ellos son los que otorgan luz y belleza al instituto. Añoraré encontrarme caricaturas dibujadas en los exámenes, ya sean mías, de Primo de Rivera o de Mortadelo. Echaré de menos corregir las actividades de Marta y, por ende, volver a encontrarme con las reflexiones más brillantes que he tenido la oportunidad de leer en los años que llevo en el Fuente Juncal.
Pasan los años y llega el momento de la última lección y ya no sé qué deciros. Me falta imaginación y sabiduría. Simplemente desearos que seáis libres y que protejáis la libertad de los demás, que os mantengáis fieles a vosotros mismos, que no claudiquéis nunca ante la injusticia, que defendáis a la educación pública, que cuidéis y seáis cuidados, que os riáis todo lo que podáis, que no os perdáis de vista y sigáis en contacto con compañeros y amigos porque es una maravilla contemplad lo hermosas y hermosos que sois cuando estáis juntos.
Muchas gracias a todos y a todas y que la fuerza os acompañe.
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