Antes de hablar de la Ilustración hemos visto en clase la revolución científica de los siglos XVI y XVII, utilizando los avances en la astronomía como ejemplo de lo que significó dicha revolución y presentando la actitud de personas como Copernico, Kepler o Galileo como modelo del cuestionamiento de la tradición y compromiso con la ciencia que la hizo posible.
El siglo XVIII, como no podía ser menos, desarrolló la astronomía continuando con los descubrimientos anteriores. El astrónomo británico John Flamsteed publicó el Atlas Coelestis (1729), una obra importante por ser el primer atlas estelar actualizado gracias a las observaciones telescópicas y por ser, además, el más grande y completo hasta entonces conocido.
Los atlas de estrellas eran volúmenes muy curiosos que solían representar las constelaciones con figuras mitológicas, animales, signos del zodiaco, etc. Uno de los objetos empleados por los astrónomos era esta lira que esboza la constelación presidida por la brillante estrella Vega y que ya era conocida en la antigüedad. Si observáis la imagen, podréis ver como la dibujó Flamsteed en su atlas:
Atlas Coestelis, p. 37, ejemplar de 1753 disponible en la Biblioteca Nacional de España. URL: https://www.bne.es/es/colecciones/mapas-celestes/atlas-coelestis |
Aquí podemos ver como es Lyra si la observamos con un telescopio:
Constelación Lyra. URL: https://www.constelaciones.info/lyra/ |
Lyra era una de las constelaciones conocidas por la griegos y formaba parte del Almagesto, el catálogo elaborado por Ptolomeo en el siglo II y que se conservó gracias a su transmisión por los árabes. Su figura de lira se explicaba por su origen mítico: Zeus, padre de los dioses, se compadeció de la suerte de Orfeo, hijo de Ápolo, que había sido asesinado por las Bacantes, y decidió que la lira, el instrumento que Orfeo había tocado como nadie, quedara suspendida para siempre en el cielo para que cada vez que fuera contemplada por los seres humanos, estos recordaran a Orfeo y a su música.
El mito de Orfeo es uno de los más hermosos, a la par que triste, de la mitología griega. Orfeo era, según la tradición, hijo del dios Apolo y de Caliope, una de las musas. Su rasgo más sobresaliente era su amor por la poesía y por la música. Se le presupone inventor de la cítara y fue quien añadió dos cuerdas a la lira, instrumento al que se le asociaría para siempre. Orfeo era un interprete tan exquisito, no sólo de la lira, también del arpa o de la cítara, que enamoró con sus cánticos a la ninfa Euridice. Ambos se casaron y vivieron tiempos de dicha hasta que Euridice falleció envenenada por una serpiente. Orfeo no pudo resistir el dolor provocado por la ausencia de Euridice; de su lira solo salían melodías cargadas de tristeza y desesperación.
Aunque hay diferentes versiones del mito, todas coinciden en que Orfeo descendió al Hades (el inframundo de los griegos) en busca de su amada, domó al feroz Cancerbero, guardián de la puerta del infierno, y sedujo al propio Hades y a su mujer Perséfone con sus cantos y melodías. De hecho, ambos accedieron a cumplir con su deseo aunque con una condición: Orfeo podría sacar a su amada del inframundo pero no podría mirarla hasta que lo hubieran abandonado y los rayos del sol la hubieran iluminado. Cuando tomaron el camino hacia el mundo de los vivos, lo hicieron con Orfeo caminando por delante de Euridice para poder cumplir con la condición establecida, pero, en algún momento del trayecto, Orfeo no pudo resistir la tentación de mirar atrás y contemplar a su amada. Esta se desvaneció entonces y Orfeo volvió a perderla.
El mito no pasó desapercibido en el siglo XVIII. Los ilustrados, al igual que los humanistas de los siglos anteriores, se sentían herederos de la civilización clásica griega y romana, por lo que rescataron los antiguos mitos y los reescribieron. Orfeo y Euridice, por tanto, tuvieron una importante presencia en el arte del siglo XVIII, un arte al que hemos denominado clasicista por su afán por imitar el modelo clásico de la escultura griega y romana. Veamos como ejemplo este grupo formado por las estatuas de Orfeo y Euridice esculpidas por el gran autor italiano Antonio Canova y que se encuentran hoy en el Museo Correr de Venecia (Italia).
url: https://correr.visitmuve.it/en/il-museo/layout-and-collections/neoclassical-rooms/ |
En la música del siglo XVIII también nos topamos con Orfeo y Euridice. El XVIII es el siglo de lo que hoy en día todavía seguimos llamando música clásica. Mozart, por ejemplo, nació y vivió en el siglo XVIII. Uno de los compositores más apreciados de la época, el músico alemán Gluck, escribió una opera basada en el mito de Orfeo y Euridice. La obra contiene esta hermosísima aria, titulada Che faró senza Euridice? (¿Qué haré sin Euridice?) que nos conmueve con el lamento de Orfeo tras perder nuevamente a su amada.
Os dejo una grabación del Irish National Opera para que escuchéis el aria:
Al final de este recorrido por los mitos, la astronomía, el arte y la música del siglo XVIII hay una actividad que proponer, aunque, eso sí, voluntaria. Es muy sencilla. Simplemente, me tenéis que contar cual es el significado que creéis que tiene el mito de Orfeo y Euridice, cual es su lección. Ya hemos comentado en clase alguna vez que los mitos encierran verdades sobre la condición humana que hay que descubrir excavando en ellos.
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