lunes, 31 de enero de 2011

La Población española 2. Dinámica, Estructura y Perspectivas



4. Dinámica demográfica. Natalidad, Mortalidad. Migraciones.

4.1 Natalidad y  fecundidad

Natalidad define un fenómeno demográfico que comprende a los nacimientos habidos en el seno de la totalidad de una población; Fecundidad es un fenómeno relacionado con los nacidos vivos considerados sólo desde el punto de vista de las mujeres en edad de procrear.
Evolución de la natalidad y de la fecundidad Hasta fechas recientes, España ha sido uno de los países con mayor alta natalidad de los países europeos. Sin embargo, en un período de tiempo muy corto, la natalidad y la fecundidad españolas se han situado entre las más bajas del mundo, con valores muy bajos a pesar de la recuperación propiciada por la aportación de los inmigrantes.
Hoy en día nacen casi medio millón de niños al año en España. Aunque el descenso de la natalidad comenzó en el siglo XIX, todavía a principios del siglo XX era alta (33,9%0), siguiendo  con retraso el movimiento a la baja emprendido en la mayor parte de Europa; se mantuvo con valores relativamente altos durante la primera mitad del siglo; los descensos coyunturales más fuertes se producen a causa de la Guerra Civil (16,6%0 en 1939). En 1940 se inicia la recuperación de la natalidad, aunque con lentitud ya que la penosa situación económica de la posguerra impide la recuperación propia de cada posguerra y sólo la ruptura de la autarquía abre un periodo de aumento de la natalidad, la nupcialidad y la fecundidad, periodo que conocemos como “Baby Boom”. Este fenómeno arranca en España con unos 10 años de retraso respecto al resto del mundo occidental pero tiene los mismos efectos sobre la estructura de la población. A partir de ese momento se produce el descenso de la natalidad, más drástico a finales de la década de 1990 (9,2%0 en 1997). En la actualidad, la tasa de natalidad se ha recuperado levemente (10,73%0 en 2009)
El numero de hijos por mujer era en 1975 de 3, cayendo en 1995 hasta su mínimo histórico, 1,15. En el año 2009, fue de 1,4, siendo superior a la media la fecundidad de las mujeres inmigrantes. Hay que recordar que el umbral crítico de 2,1 hijos por mujer, el llamado índice de reposición, se franqueó en 1981 y desde entonces, no se han vuelto a recuperar valores altos en España.
Causas del descenso de la natalidad: Son múltiples y complejas ya que abarcan  desde cuestiones económicas a razones de tipo sociológico o estrictamente demográficas.  En cualquier caso, hay que tener en cuenta que es un fenómeno inseparable tanto del desarrollo económico que vive España desde los años 60 como de los procesos de democratización, modernización y secularización de la sociedad. Los factores más importantes son:
  • El cambio de mentalidades y el descenso de la influencia de la iglesia católica.
  • La emancipación de la mujer y su incorporación al mercado laboral.
  • El descenso de la nupcialidad
  • La difusión de la libertad sexual.
  • La extensión del uso de anticonceptivos.
  • El aumento del coste de la educación y crianza de los hijos.
  • La incorporación tardía al mercado de trabajo de las generaciones más jóvenes.
La distribución espacial La natalidad y la fecundidad se han reducido en todas las comunidades autónomas, aunque sigue habiendo diferencias regionales. Las regiones meridionales e insulares son las que poseen las mayores tasas e índices, seguidas por las regiones económicamente  más desarrolladas como Cataluña. Las comunidades del centro y del norte peninsular presentan las tasas más bajas.
En 2001, las comunidades con tasas de natalidad superiores al 10% eran Andalucía, Baleares, Canarias, Cataluña, Comunidad Valenciana, Madrid, Murcia y Navarra; en cambio, los valores más bajos, por debajo del 8%, los tenían Asturias, Castilla-León y Galicia. En cuanto al índice sintético de fecundidad, sólo la Región de Murcia rebasaba ligeramente la cifra de 1,5 hijos por mujer en 2001. En el año 2009, la comunidad de Asturias tenía la tasa de natalidad más baja del país (sólo 7,86%0) mientras que Murcia contaba con la más alta (12,78%0), sin contar, eso sí, con Ceuta y Melilla, para los que no están disponibles los datos del año 2009.

4.2 La mortalidad

Evolución de la mortalidad Hasta finales del siglo XIX la población española se caracterizaba por las altas tasas de mortalidad y la baja esperanza de vida. En la actualidad, la tasa bruta de mortalidad se encuentra en torno al 8,35 %0 en 2009, un nivel a partir del cual resulta ya muy difícil seguir bajando.
La mortalidad infantil ha seguido una trayectoria muy similar. A principios del siglo XX,  el valor de la tasa estaba en el 181; pasó de un 64,2‰ en 1950 a un 29,5‰ en 1965, gracias a la creación de la Seguridad Social. En el 2006 se encuentra en el 3,8%0, un nivel similar al de los países con tasas de mortalidad más bajas.
La esperanza de vida al nacer evolucionó también a valores muy positivos a lo largo del siglo XX a causa del descenso de la mortalidad. A principios de ese siglo se encontraba en torno a los 35 años y en la actualidad es de unos 78 años para los hombres  y 84 años para las mujeres.
Los factores explicativos del descenso de la mortalidad son la combinación de los avances médicos (y el acceso de toda la población a ellos) con la mejora de los recursos socioeconómicos y del nivel de vida en general, lo que redunda en la mejora de alimentación y en los hábitos de salud.
En cuanto a las causas, en la actualidad, se resumen las famosas «tres ces» (corazón, cáncer y carretera), siendo, por tanto, enfermedades características de modos de vida propios de las sociedades desarrolladas (sedentarismo, tabaquismo..) y se centran en los estratos de población de edades más avanzadas y más entre los hombres que entre las mujeres. Pese a esto, habría que señalar la existencia de  sobremortalidad entre los jóvenes de 20 a 30 años por culpa de los accidentes de tráfico.
El reparto de la mortalidad era muy desigual en los años 90 todavía; se daban las tasas más altas en lugares más deprimidos como Andalucía o Extremadura y las más bajas en Cataluña o Euskadi. Actualmente, sin embargo, las tasas más altas se producen en Galicia, Castilla y León y, sobre todo, Asturias (12,1%0), ya que presentan una población más envejecida. De la misma forma, también es mayor en las zonas rurales, por la misma razón.

4.3 El crecimiento natural

El crecimiento natural ha tenido una tendencia positiva desde finales del siglo XIX, debido al continuo descenso de la mortalidad y a la más lenta reducción de la natalidad. No obstante, se pueden establecer diferentes etapas:
1.       1850-1900: Se produce una evolución irregular debido, sobre todo, a la mortalidad epidémica.
2.      1900-1950: Las tasas de crecimiento se mantienen más altas como consecuencia del descenso de la mortalidad y del mantenimiento de unas tasas de natalidad altas. Las excepciones se producen con la epidemia de gripe de 1918 y la Guerra Civil (1936-39).
3.      1950-1970: Es el periodo de mayor crecimiento natural, fruto de una mortalidad que ha llegado a sus valores más bajos y de una natalidad que se mantiene bastante elevada, superior al 20 por mil. Es la época del “Baby Boom”
4.      A partir de la década de 1970: El crecimiento natural inició su descenso en esta época, a raíz de la caída de la fecundidad y de un incremento de las tasas de mortalidad; esta caída ha tenido lugar de manera muy brusca. En consecuencia, se ha producido una fuerte reducción de la tasa de crecimiento natural en un corto periodo de tiempo, pasando del 1,1% en 1977 al 0,2% en 1999. En  los últimos años se ha iniciado una tímida recuperación (2,53‰ en 2006).
Para poder explicar la evolución de la natalidad y la mortalidad se ha formulado la llamada teoría de la transición demográfica. Esta teoría describe el paso del antiguo sistema demográfico, caracterizado por las elevadas tasas de natalidad y mortalidad, que originaban un lento crecimiento, a un sistema demográfico moderno de nuevo equilibrio, con un lento crecimiento, pero ahora debido a unas tasas de natalidad y mortalidad reducidas. Entre ambos periodos tendría lugar una fase de transición de elevada crecimiento, consecuencia de un descenso de la mortalidad anterior al de la natalidad.
La transición demográfica española presenta una cierta singularidad con respecto al resto de los países europeos, que se concreta en la aparición mucho más tardía de la reducción de las tasas de mortalidad y natalidad; por ello, la época de máximo crecimiento de la población española se retrasó casi un siglo con respecto a algunos países europeos. En España, puede darse por finalizada la Transición demográfica hacia 1976, cuando comienza a caer la tasa de Natalidad.

4.4 Dinámica migratoria

En la historia de España, los movimientos migratorios se pueden analizar en tres grandes apartados:
Las migraciones exteriores
a)     La emigración al norte de África fue importante durante el siglo XIX. El principal país destinatario fue Argelia dónde existió una colonia española de 160.000 personas que trabajaron en la agricultura, fundamentalmente.
b)     La emigración a America fue importante durante la primera mitad del siglo XX. Los países de destino fueron Argentina, Cuba, Brasil, México y Uruguay y, más tarde, Estados Unidos y Canadá. Se calcula que  unos 3 millones de españoles cruzaron el Atlantico entre 1840 y 1950.
c)      El exilio republicano tras la Guerra Civil se estima en unas 800.000 personas, que huyeron hacia países como Francia, la U.R.S.S. o México.
d)     La emigración a Europa fue muy importante entre los años 1960 y 1970.
Durante la primera mitad del siglo XX, la emigración española a Europa tuvo como país casi exclusivo a Francia. La finalización de la Segunda Guerra Mundial y el período de reconstrucción que se inicia en los países contendientes, marcará una nueva fase en la emigración de españoles a Europa. La necesidad de mano de obra en países como Francia, Alemania o Suiza, junto con el excedente demográfico y las deficientes condiciones económicas y sociales reinantes en España, fueron los factores que impulsaron las nuevas oleadas de emigrantes hacia Europa.La década de los años 1960-1969 conoce el mayor número de salidas, llegándose a superar en algunos años la cifra de 100.000 emigrantes. Desde 1974, la salida de emigrantes se hace mucho más débil lo que motivará que el balance migratorio a partir de entonces sea negativo o escasamente positivo. En esta emigración a Europa, las comunidades que más efectivos aportaron fueron Andalucía y Galicia.
Consecuencias de las migraciones exteriores Entre los efectos positivos de las migraciones se cuentan:
  • La reducción de la presión en el mercado laboral: gracias a la emigración se alivió el volumen de la población en paro.
  • El alivio de la presión demográfica que empezaba a sufrir el país: se estima que salieron unos dos millones de personas.
  • La entrada de divisas.
Entre las repercusiones negativas destacan:
  • Los costes demográficos que supuso la pérdida de población joven en las regiones migratorias, que provocaría el envejecimiento de la población y la caída de la fecundidad.
  • Los costes sociales: difícil adaptación en el país de destino debido al bajo nivel cultural del emigrante, empleo en trabajos duros y mal remunerados, etc.
  • El despoblamiento de las áreas de origen, con el consecuente abandono de las tierras y de las infraestructuras, la disminución de las poblaciones, etc.
Las migraciones interiores El proceso de industrialización y urbanización será el causante de las migraciones interiores, que se desarrolla en España con toda su intensidad entre los años 1960 y 1970.
Existen varios tipos de migraciones interiores:
  • Estacionales o temporales de duración limitada y carácter cíclico. Entre ellas la trashumancia, las realizadas por agricultores para la vendimia…
  • Definitivas o de larga duración entre las que encontramos el éxodo rural, migraciones interurbanas (entre pequeñas y medianas ciudades) o suburbanas, (traslado desde ciudades a zonas rurales cercanas: desde Sevilla al Aljarafe, por ejemplo), etc.
  • Movimientos habituales  periódicos y habituales dee uno o varios días de duración. Las ligadas al trabajo se llaman movimientos pendulares .
Evolución histórica. Las migraciones interiores presentan dos etapas: la primera transcurre desde el siglo XIX hasta 1950; la segunda, desde esa fecha hasta el presente.
a)     Desde el siglo XIX hasta la primera mitad del siglo XX, la cuantía de estos desplazamientos no fue grande; no obstante, la industrialización de Barcelona y el País Vasco y las obras públicas iniciadas en otras grandes ciudades durante la dictadura de Primo de Rivera intensificaron las migraciones interiores, pero la Guerra civil y los años de posguerra hicieron disminuir los desplazamientos. Las zonas migratorias pertenecían a Galicia, las dos Castillas, Aragón y Andalucía oriental, mientras que las receptoras de emigrantes fueron Cataluña, Levante, el País Vasco, Andalucía occidental (Sevilla) y Madrid.
b)     En los años 1960 y 1970 se producen importantes migraciones interiores. Se calcula que entre 1960 y 1985 unos 12 millones de personas emigraron de su lugar de origen. Durante esos 25 años, la media fue de más de 360000 emigrantes anuales. Las provincias más beneficiadas por la afluencia de emigrantes fueron Madrid, Barcelona y Valencia, a las que siguieron Vizcaya, Girona, Tarragona, Alicante y Sevilla, las regiones generadoras de emigrantes fueron Extremadura, Castilla-La Mancha y Andalucía oriental.
Nuevas tendenciasEn los últimos años, las migraciones interiores han variado en intensidad y comportamiento geográfico. Estas son las novedades más sobresalientes:
  • La progresiva ampliación de las provincias con saldos migratorios positivos.
  • La reconversión de áreas tradicionalmente de inmigración en áreas de emigración, debido a la salida de antiguos emigrantes; son los llamados «emigrantes retornados».
  • El éxodo rural es sustituido por desplazamientos de población entre los diferentes centros urbanos.
  • Vería también el tipo de emigrante: el actual pertenece de forma mayoritaria al sector servicios.
Consecuencias de las migraciones interiores
Las repercusiones de las migraciones interiores se dejan sentir especialmente en los planos demográfico, social y económico.
a)     Para las zonas que actúan como focos de atracción, los emigrantes suponen un cambio positivo sobre el crecimiento real, la estructura demográfica y la dinámica natural. Los emigrantes se convierten en la base del crecimiento demográfico de muchas áreas urbanas, tanto por el aporte directo que suponen como por su repercusión sobre la fecundidad, al ser una población mayoritariamente joven. Así, la estructura por edad se ve rejuvenecida; la población activa, incrementada, y la natalidad y la fecundidad, revitalizadas. En el plano social, el aporte de nuevos contingentes es considerado como un factor que acentúa la riqueza y la diversidad cultural; en el plano económico, se produce una mejora en la oferta de mano de obra y una mayor concentración de recursos humanos.
Pero también las zonas de inmigración se ven obligadas a asumir nuevos costes para satisfacer las demandas de una población en crecimiento: nuevos equipamientos e infraestructuras, mayor número de viviendas, etcétera.
b)     Las zonas de emisión de emigrantes sufren repercusiones de carácter más negativo que positivo. Demográficamente, se produce un descenso de la población, el envejecimiento de su estructura y la caída de la fecundidad; en el plano económico, un empobrecimiento de los recursos humanos y una reducción de las actividades económicas. La emigración supone una mejora de la renta para los que permanecen.
Globalmente, las migraciones interiores han sido las causantes de fuertes desequilibrios en la distribución de la población; en consecuencia, han propiciado la aparición de zonas de fuerte concentración poblacional frente a la desertización demográfica de otras.
Inmigración de extranjeros en España España ha pasado a ser un país de inmigración. Se tienen datos de la inmigración de carácter legal, pero se desconoce la inmigración irregular o ilegal en su auténtica dimensión. Según el INE, en 2008, el 11,4% de la población residente en España es extranjera, cifra que asciende a 5,3 millones de habitantes, con un incremento anual del 16,6%. Las comunidades autónomas con mayor número de extranjeros son Baleares (20,8%), Comunidad Valenciana (16,8%) y Madrid (16%). Extremadura y Galicia son las que menos proporción de extranjeros poseen (3,4% y 3,2%).
Las nacionalidades predominantes eran la rumana (731.806), la marroquí (652.695), la ecuatoriana (427.718) y la británica (352.957).
En el año 2007, el INE realizó por primera vez la Encuesta Nacional de Inmigrantes que investiga sus características demográficas. Según esta encuesta, los principales motivos para emigrar a España fueron la demanda de una mejor calidad de vida, la búsqueda de un empleo o razones de tipo familiar- la reagrupación, por ejemplo-
Entre las consecuencias, habría que citar:
  • La abundancia de adultos jóvenes entre los inmigrantes ha paliado el envejecimiento de la población española favoreciendo el aumento de la natalidad y la fecundidad.
  • La oferta laboral existente en determinados sectores como la construcción, los servicios domésticos o la atención a personas dependientes ha sido cubierta por los inmigrantes.
  • La contribución por parte de la población inmigrante al sostenimiento del sistema público de pensiones y seguridad social.
  • En el plano negativo, la aparición de tensiones sociales vinculadas a las duras condiciones de trabajo, la ghetización de los barrios de residencia y el surgimiento de actitudes de rechazo e intolerancia.

5. Estructura Demográfica: Sexo, Edad y Ocupación.

El análisis de la estructura de la población española por sexo revela que la sex ratio o relación de masculinidad se encuentra en el 96% Esta diferencia entre sexos se debe a la mayor mortalidad de hombres, la llamada supermortalidad masculina que se aprecia a partir de los 45-50 años.
La composición por edad, por su parte, revela que España presenta una fuerte tendencia al envejecimiento (más del 17% de mayores) y una reducción de la población joven. Las regiones con población más joven son Andalucía, Murcia y Canarias; las más envejecidas Aragón, Castilla-León y La Rioja.
La composición de la estructura por sexo y edad se observa en la pirámide de edades:
La de 1900 traduce el comportamiento de una población con altas tasas de natalidad y esperanza de vida todavía baja como consecuencia de las altas tasas de mortalidad. En la de 1950 se aprecia una base más reducida porque se reducen los nacimientos durante la Guerra Civil. Entre los 25 y los 39 años se refleja la sobremortalidad producida por la guerra.
En la pirámide de 1991, la mortalidad de la guerra se refleja en las edades entre los 72-82 años. La gripe del año 1918 dejó su huella en las generaciones que ahora superan los 70 años. El déficit  de nacimientos de la guerra se manifiesta en el grupo de edad entre los 50-55 años. Asimismo, la reducción de la base muestra el descenso de la fecundidad a partir de 1977.
En la pirámide de 2008 se aprecia:
1.       La ligera recuperación del grupo de 0 a 4 años como consecuencia del cambio de tendencia en la fecundidad.
2.      La disminución de efectivos en los grupos de edad comprendidos entre los 5 y 15 años, consecuencia directa de la reducción de la fecundidad en los últimos años.
3.      El engrosamiento de los efectivos correspondientes a los grupos de 25 a 34 años fruto de la migración extranjera.
4.      El claro desequilibrio entre hombres y mujeres a partir del grupo de los 75 años y el mayor ensanchamiento de estos grupos fruto de la mejora en la esperanza de vida.
De la forma de la pirámide se desprende que la población española va camino de un progresivo envejecimiento. El fenómeno es relevante por las consecuencias  sociales y económicas derivadas, tales como el necesario incremento de los recursos sanitarios y hospitalarios, y la mejora de los servicios sociales y el aumento de los fondos destinados a sufragar las pensiones.
Respecto al estado civil, los datos del último censo indican un descenso de la población soltera, frente al crecimiento de otras condiciones de estado. El descenso de la fecundidad a partir de 1970 es la causa de la menor cantidad de población joven y por tanto de población célibe. La mayor parte de solteros está entre los 20 y 50 años; a edades superiores, la soltería está más generalizada entre las mujeres.
Otro dato es el aumento de separados y divorciados debido al cambio social tan fuerte experimentado en España, que evoluciona hacia una sociedad más laica y liberal.
El descenso de la tasa de nupcialidad en España es similar a la media europea: 7,3%0 en 1970, 7%0 en 1978,5%0 en 1990 y 3,83%0 en 2009. El aumento de la población casada, en números absolutos, de los últimos años es coyuntural, consecuencia del crecimiento poblacional y del engrosamiento de la población adulta. La edad de matrimonio es cada vez más tardía, lo que reduce la natalidad y la fecundidad.
Decir que producen menos divorcios que en Europa del Norte y Central por cuestiones socioculturales (religiosas).
Respecto a la fuerza de trabajo o población activa, que se  recoge hoy en día en la Encuesta de Población Activa (EPA), ésta ha ido aumentando desde 1900, siendo especialmente importante desde 1981 por el peso de la población adulta y por la incorporación de la mujer al mundo laboral. En el año 2000, la tasa de población activa estaba en 54.3%, cifra que, a pesar del crecimiento, es una de las más bajas de la U.E.
La distribución de población activa por edades refleja un fuerte peso entre los 30-45 años, colectivo que supone aproximadamente el 50% de la población activa.
La diferencia de la actividad según el sexo es apreciable. En el año 2008, la tasa estaba en 69.8% para los hombres frente al 50,46% para las mujeres.
Según las comunidades autónomas, las de mayor tasa de actividad son Cataluña, Canarias, Baleares, Madrid, Murcia, Navarra, La Rioja y P. Vasco. Por lo bajo destacan Asturias, las dos Castillas, Cantabria, Extremadura y las ciudades Autónomas de Ceuta y Melilla con tasas sobre el 55% y que sufren efectos de emigración, atraso económico y envejecimiento de sus poblaciones.
Por sectores económicos el país ha sufrido un profundo cambio en el  S.XX . Hay un más alto porcentaje de población dedicada al comercio y los servicios, menos a la industria y poco a la agricultura. La característica más sobresaliente ha sido la progresiva terciarización de la población activa, además de la mayor diversificación de la actividad productiva, la importancia de nuevas actividades (informática, telecomunicaciones,…) o el aumento de actividades relacionadas con los servicios personales y con las empresas…
A partir de los años 70, la crisis energética y las reconversiones industriales hacen elevarse las tasas de paro. Actualmente, la tasa de paro es muy alta (11,3% en 2008; 20,33% en el último trimestre de 2010). El fenómeno afecta desigualmente a las comunidades autónomas, estando Andalucía entre las de más alto porcentaje. Afecta, sobre todo, a activos del sector agrario y de la construcción y más a mujeres que a hombres.
España es dentro de la U.E. el país de tasa más alta de desempleo.
Respecto al nivel de formación, hay que decir que aún queda población analfabeta en España, la mayoría mujeres de edad avanzada, concentradas en Andalucía, Castilla-La Mancha y Extremadura. Uno de los logros de los últimos 30 años ha sido ampliar la escolarización hasta los 16 años y ampliar la igualdad de oportunidades para ambos sexos y  diferentes estratos sociales. Pese a ello, seguimos estando en la cola europea de población con formación secundaria o superior (50,4% en 2007)

6. Perspectivas de futuro.
Es importante conocer las perspectivas de futuro de nuestra población. Son las siguientes:
  • Crecimiento moderado de la población seguido de un descenso.
  • Incremento de la población anciana.
  • La fecundidad se seguirá reduciendo.
  • En mortalidad, la mujer mantiene la superioridad biológica y se cree que la esperanza media de vida seguirá aumentando.
  • En migraciones, se amplían los flujos intraprovinciales y se reducen los interprovinciales. La inmigración extranjera es posible que se estanque.

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