domingo, 29 de enero de 2017

¿Por qué explicar Auschwitz 72 años después?

En 1921 Walter Benjamin adquirió una acuarela de Klee llamada Angelus Novus y la convirtió en una preciosa y triste metáfora sobre nuestra relación con el pasado. En sus Tesis Fundamentales de la Historia, publicadas póstumamente, Benjamin imaginó al Ángel de la historia como a un ser obnubilado por ruinas que él quisiera restaurar, mientras un huracán irresistible, el progreso, lo arrastra hacia el futuro:
Hay un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus. En él se muestra a un ángel que parece a punto de alejarse de algo que le tiene paralizado. Sus ojos miran fijamente, tiene la boca abierta y las alas extendidas; así es como uno se imagina al Ángel de la Historia. Su rostro está vuelto hacia el pasado. Donde nosotros percibimos una cadena de acontecimientos, él ve una catástrofe única que amontona ruina sobre ruina y la arroja a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado, pero desde el Paraíso sopla un huracán que se enreda en sus alas, y que es tan fuerte que el ángel ya no puede cerrarlas. Este huracán le empuja irreteniblemente hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras los escombros se elevan ante él hasta el cielo. Ese huracán es lo que nosotros llamamos progreso.
Walter Benjamin, Tesis IX 
Pocos años después, un huracán horrible y vertiginoso llamado Tercer Reich despedazaba el mundo de Walter Benjamin. La muerte de éste, como la de tantos centroeuropeos de origen judío (piénsese en Stefen Zweig, por ejemplo) que no llegaron a fallecer en los campos de exterminio sino que se suicidaron antes de ser atrapados por los nazis, nos revela que en 1940 era muy difícil no verse arrastrado por la desesperanza: Hitler y sus secuaces dominaban prácticamente toda Europa y no parecía descabellado pensar en su triunfo absoluto. Es más, pareciera que la era del dominio del fascismo podía extenderse sine die y que el fin de la historia (una idea que se repite incesantemente y que, burlonamente, la propia historia desmiente) estaba próximo. En estos aciagos días, el propio Benjamin, antes de morir en Portbou, en la provincia de Girona, dónde esperaba infructuosamente que el régimen franquista le autorizara a cruzar el país en dirección a Lisboa, se asemeja al Ángel de Klee. El también presencia como se desmorona el pasado y como el futuro lo devora sin remedio.
Sin embargo, Benjamin, en sus últimos momentos, tuvo tiempo de recordarnos que el futuro es todavía un campo abierto. En otra de sus Tesis sobre la historia, nos hablaba de los derechos que el pasado reclama a las personas del futuro y tiene sentido, por tanto, que al final de sus días nos conminara a todas las generaciones posteriores a luchar por la verdad, la dignidad y la justicia, Según Benjamin, cada generación vuelve a luchar contra Hitler y está obligada a preservar la verdad de los hechos para evitar, así, que en el futuro Hitler pueda ganar la guerra. Benjamin, sin haber estado en Auschwitz y ni siquiera haber sospechado la magnitud de sus crímenes, nos desvela por qué es necesario explicar Auschwitz.
El mandato de Benjamin es un mensaje cristalino que me gusta repetir a mi alumnado cada vez que tenemos que afrontar en clase el estudio del Holocausto o de la represión franquista en nuestro país. El año pasado a un grupo estupendo de 4º de la ESO que tuve en el IES Catedrático Pulido Rubio de Bonares les confesé que mi intención era que los Pérez Padilla, tres hermanos de Bonares que fueron fusilados por los falangistas y que, por cierto, contaban con una descendiente entre el alumnado, fueran los vencedores de ese combate por la historia y no Franco. Nunca Franco.
Pues bien, creo que explicar Auschwitz es uno de esos combates por la historia y creo que lo estamos perdiendo. Para la mayoría de los gobernantes actuales de Occidente (y la Shoah es un fenómeno especificamente europeo), herederos del complaciente discurso neoliberal de los últimos 30 años, el nazismo es una anomalía en la historia europea emparentada con el stalinismo y enterrada para siempre. Se entiende que no tengan demasiado interés en que explicar Auschwitz porque eso significa, entre otras cosas, contextualizar la Shoah dentro de los crímenes del nazismo perpetrados contra los adversarios políticos (comunistas, principalmente), eslavos, gitanos, homosexuales, discapacitados físicos o psíquicos, etc. Explicar Auschwitz implica, entonces, explicar el nazismo y comprenderlo, no como un agente vírico ajeno a Europa, sino como un hijo bastardo del imperialismo, el clasismo, la violencia contrarrevolucionaria, el racismo, el nacionalismo agresivo en lo militar y chauvinista en lo cultural que cruzaron Europa durante los siglos XIX y XX. Explicar Auschwitz exige recordar la implicación de todas las esferas del estado alemán (policia, ejército, judicatura) en el despliegue del terror nazi. Explicar Auschwitz conduce a reconocer al nazismo como el movimiento que reagrupó a todo el espectro político nacionalista, imperialista y antirrepublicano de Alemania. Explicar Auschwitz conlleva señalar la responsabilidad de las élites socio-económicas alemanas en la conquista por Hitler del poder y los beneficios que obtuvieron del trabajo esclavo en los campos. Explicar Auschwitz significa explicar sus semejanzas con los genocidios organizados metódicamente por los aliados de Hitler entre los que se encontraba la España de Franco. En definitiva, explicar Auschwitz conllevaría a tomar partido en un combate y, aunque éste sea por la historia, no abundan en nuestro gremio los dispuestos a tomar partido por algo, Por eso, dado el caso, mejor dejarle a Hollywood que sea ella quien le cuente (no explique) a nuestros alumnos que fue Auschwitz.
Entiéndaseme bien. Películas como La Lista de Schindler o El Pianista son, en mi opinión, de visionado imprescindible en nuestros institutos, pero no tienen la capacidad explicativa de los libros de Primo Levi ni establecen la genealogía del Holocausto con la precisión que las herramientas tradicionales del historiador consiguen. En una película que me entusiasma, más allá de sus valores cinematográficos, La Profesora de Historia, dirigida por Marie-Castille Mention-Schaar en 2014, un grupo de estudiantes franceses elabora un proyecto de trabajo en clase sobre el Holocausto. El film no es sólo un testimonio entrañable sobre las razones por la que ser docente es la mejor profesión del mundo sino también un esbozo sobre lo que podríamos hacer en clase cuando toca enfrentarse a un tema como éste.
Las alternativas son espeluznantes. Si encontrarnos con cruces gamadas pintadas en las marquesinas de los autobuses, no nos sobrecoge lo suficiente, recomiendo ver las imágenes en televisión de los desfiles de la extrema derecha ucraniana portando svásticas en sus banderas. En una entrevista a Iván Martýnushkin, oficial al mando de la primera unidad del Ejército Rojo que llegó a Auchwitz, éste denuncia la connivencia de los gobiernos occidentales con los que él denomina como nietos de la siniestra milicia ucraniana que sirvió de cuerpo auxiliar a los soldados del Tercer Reich.
El futuro que presagiaba Benjamin está plagado de señales como ésta. Esta noticia, por ejemplo, establece paralelismos inquietantes entre la orden ejecutiva firmada por Donald Trump que impide la entrada en Estados Unidos de personas procedentes de determinados países con la trágica odisea del Saint Louis, el barco repleto de refugiados judíos al que en 1939 se le negó la entrada en América. El barco tuvo que regresar a Europa y muchos de sus pasajeros murieron años después en los campos de exterminio.


En definitiva, necesitamos explicar Auschwitz. Es una especie de vórtice sobre el que todavía seguimos girando como afirma mi compañero José Antonio González, (No es casualidad: los profesores que más intención y voluntad le echan a la enseñanza del Holocausto son profesores de Filosofía. Sirva esto como homenaje al citado José Antonio y a ese gigante de la enseñanza y de las letras que es Paco Silvera) Debemos explicar Auschwitz y encontrarle un sentido a su memoria más allá del manido deseo de que la historia no se repita. En este sentido, se trata de una razón ambivalente: deseamos que algo de aquel mundo si se repita o, al menos, que no se pierda. Que el ángel de la Historia pueda recomponer alguna de las ruinas: el cosmopolitismo humanista y tolerante de Stefan Zweig, el socialismo libre de Rosa de Luxemburgo, la dignidad superviviente entre los escombros de Primo Levi, la bondad sin condiciones de Irena Sendler...


Decía Vázquez Montalbán que olvidar el franquismo, suponía olvidar el antifranquismo. Suponía, por tanto, olvidar las aspiraciones de justicia y libertad de miles de españoles que resistieron y del sacrificio que soportaron. Olvidar Auschwitz (o enmascarar su terrible legado) sería un insulto a sus victimas, la desaparición de sus recuerdos, anhelos, palabras y hechos, el triunfo absoluto de Hitler, el cumplimiento de lo expresado en la monstruosa orden denominada "Noche y Niebla": que desaparezcan en la noche y se difuminen como la niebla...
El día en que se conmemoraba el 70 aniversario de la liberación del campo, Iván Martynushkin se sentaba cerca de mandatarios como Obama. Fastidiado por el mal funcionamiento del traductor, el bueno de Iván se dedicó a charlar con sus compañeras de asiento, francesas supervivientes del campo. Cuando una de ellas reparó en la ristra de medallas que orgullosamente luce Iván, éste en su modesto inglés, se presentó como el oficial que llegó al campo el 27 de enero de 1945. El diálogo posterior fue, imaginémoslo, muy emocionante.
Lo que más sorprende del relato del antiguo oficial soviético es su sencillez, la naturalidad con que detalla su ignorancia sobre aquello que iba a encontrarse, la ausencia de cualquier protagonismo injustificado...La lección no es otra que esta: el deber que tiene todo ser humano de luchar contra toda barbarie. Este deber es impostergable. Si ahora no, ¿cuando?, titulaba Primo Levi a su novela que relataba las andanzas de un grupo de partisanos judíos que cruzan Europa Oriental luchando contra los nazis.
Que sea Primo Levi quien nos ayude a entender Auschwitz.




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