jueves, 8 de junio de 2017

Fundamentos del Arte II. Segunda mitad del Siglo XX. Escultura y Pintura


Pintura. Características de los segundos expresionismos

El expresionismo abstracto es un movimiento que nace en Estados Unidos hacia 1947, fecha en la que la mayor parte de los artistas más importantes de esta corriente se apartan del lenguaje figurativo y crean un nuevo estilo en donde se fusionan abstracción y surrealismo. De éste, toman el automatismo, además de experimentar con nuevas técnicas practican un arte marcadamente individualizado en el que prima la expresión de la personalidad del artista.
La época de mayor auge de este movimiento coincide con el momento en que el arte americano logra alcanzar su propia identidad y desvincularse de la influencia del arte europeo. La presencia de importantes artistas de las vanguardias europeas en Nueva York tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, y en especial la del grupo surrealista en pleno determina e influye de manera decisiva en el nacimiento de esta nueva corriente.
En el expresionismo abstracto se pueden distinguir dos grandes vías:
  1. La gestual o pintura de acción (action painting) y la pintura de superficie-color (color fiel-painting). En la pintura de acción encontramos artistas como Pollock, de Kooning, Kline, Motherwell, Gorky y Hoffmann. Estos artistas conciben la creación pictórica como un verdadero ritual y utilizan la pintura para dar rienda suelta a sus estados de ánimo.
  2. La pintura de superficie-color centra su interés en las diferentes posibilidades de ciertas yuxtaposiciones cromáticas y en la combinación de colores en superficies generalmente de grandes dimensiones. Mark Rothko, Clifford Still y Barnett Newman aparecen vinculados a esta vía.
Pueden señalarse como características formales de este estilo.
Preferencia por los grandes formatos. Trabajaban normalmente con óleo sobre lienzo.
  • Generalmente son abstractos en el sentido de que eliminan la figuración. No obstante, hay excepciones y algunos emplean trazos figurativos, apareciendo figuras reconocibles, como ocurre con las Mujeres de Willem de Kooning.
  • El espacio pictórico se trata con frontalidad y no hay jerarquía entre las distintas partes de la tela.
  • El cromatismo suele ser muy limitado: blanco y negro, así como los colores primarios: magenta, amarillo y cian.
  • Algunos pintores expresionistas que redujeron la obra a prácticamente un solo color, estaban ya anticipando el arte minimal.
Este tipo de cuadros, con violentos trazos de color en grandes formatos, presenta como rasgos distintivos la angustia y el conflicto.

Corriente abstracta: Jackson Pollock

Jackson Pollock, creador de un nuevo modo de pintura: el Dripping. El artista sitúa el lienzo en el suelo y, moviéndose alrededor del mismo (y en ocasiones por dentro del mismo lienzo) deja caer finos hilos de pintura que se desprenden del pincel recién cargado en el bote. El resultado es una trama compleja de hilos que forman una trama muy atractiva visualmente. El artista se interesa por el azar, por lo que no es controlable.
Tras verse influenciado por el regionalismo, los muralistas mexicanos y los surrealistas, Pollock realiza a principios de los cuarenta unas obras cercanas a la abstracción pero de carácter totémico, primitivo. Será alrededor de 1947 cuando Pollock comienza a pintar con el estilo que le hará mundialmente famoso: se trata de abstracciones libres hechas a base de manchas y de “dripping”, una técnica que consiste en agujerear un bote metálico de pintura y desplazarse con él por el lienzo (previamente puesto en el suelo) dejando caer la pintura. Lo importante para Pollock será esa acción de pintar, el momento y el cómo el artista realiza su obra siguiendo sus impulsos interiores, sin un plan previo. Por eso este tipo de pintura se denominará “action painting” o “pintura de acción”. En 1951 Pollock tendrá un nuevo estilo. Volverá a las pinturas totémicas, pero esta vez abandonará los colores, centrándose sólo en el negro.

La corriente figurativa: Francis Bacon

(Dublín, 1909 - Madrid, 1992) Pintor inglés de origen irlandés, figura destacada de la denominada Nueva Figuración, tendencia que se desarrolla a lo largo de los años sesenta, tras el agotamiento del informalismo. En el panorama del arte de la posguerra, el expresionismo figurativo de Bacon ocupa un lugar aparte, difícilmente relacionable con algunas de las distintas tendencias artísticas que recorren estos años. Bacon, además, influyó en gran medida en los artistas del movimiento Pop inglés.
Tras una infancia marcada por la soledad y la enfermedad, Bacon pasó su juventud en su Irlanda natal. En 1925 se establece luego en Londres, donde trabaja como decorador. Se interesa en seguida por la pintura, sobre todo tras sus estancias, en los años veinte, en Berlín y París, donde junto a los expresionistas (Otto Dix, Max Beckmann), queda impresionado por la obra de Picasso, lo que debe valorarse si se considera la formación autodidacta de Bacon.
Tres estudios de figura en la base de una crucifixión, de 1944, aparecen las claves a las que responde su pintura en las décadas siguientes.
Bacon elige la figura humana como motivo central de sus cuadros, y la somete a deformaciones y alteraciones hasta un nivel no conocido con anterioridad en la historia del expresionismo. Ya sea en sus retratos, como en sus autorretratos o en composiciones más complejas, los cuerpos mutilados, los órganos atrofiados y todo tipo de anomalías anatómicas dan como resultado una imagen del horror que se inserta en un espacio indefinido, de fondos monocromáticos, que comunica una sensación de aislamiento y claustrofobia.

Características de la pintura hiperrealista

El hiperrealismo es una tendencia de la pintura realista surgida en Estados Unidos a finales de los años 1960 que propone reproducir la realidad con más fidelidad y objetividad que la fotografía. El término hiperrealismo es también aplicable a la escultura.
Pero es innegable que el arte pop sigue siendo el precursor inmediato del hiperrealismo, pues toma la iconografía de lo cotidiano, se mantiene fiel a la distancia de su enfoque y produce las mismas imágenes neutras y estáticas.
En esa época la abstracción era la tendencia dominante y el realismo estaba mal visto; se consideraba un arte que copiaba de fotografías o de la realidad y sin ningún interés. Sin embargo, artistas como Chuck Close, Richard Estes, desarrollaron técnicas totalmente nuevas de representación de la realidad, consiguiendo resultados a veces asombrosos.

Antonio López

Una obra nunca se acaba, sino que se llega al límite de las propias posibilidades”
Con estas palabras Antonio López resume su particular modo de acercamiento al objeto a pintar. Sus cuadros se desarrollan a lo largo de varios años, décadas en ocasiones, con una plasmación lenta, meditada, destilando con cada pincelada la esencia del objeto o paisaje, hasta que el artista consigue plasmar la esencia del mismo en el lienzo.
El pintor busca entre la realidad que le rodea aquellos aspectos cotidianos, que él recoge con un tratamiento pleno de detallismo, rozando lo fotográfico. Sus preferencias van desde las vistas de Madrid hasta los retratos de sus familiares, pasando por los objetos más cotidianos y cercanos.
A lo largo de la mayor parte de su carrera artística, Antonio López ha desarrollado una obra independiente, en medio de un panorama artístico estructurado en base al informalismo y la abstracción. Tampoco parece tarea fácil vincular la obra de López con las tendencias realistas europeas más recientes, o con el hiperrealismo americano.

La escultura de los años 60 y 70

Eduardo Chillida (San Sebastián, 1924- 2002) fue un escultor español conocido por sus trabajos en hierro y en hormigón, destacado continuador de la tradición de Julio González y Pablo Picasso.
Sus primeras esculturas son obras figurativas lo acercan al lenguaje de Henry Moore.
En 1949 realizó Metamorfosis, obra que ya puede ser considerada abstracta.
Alrededor de 1951, con su empleo en la fragua, se inicia en el trabajo del hierro. Emprende entonces un ciclo de esculturas no imitativas en las que destaca su preocupación por la introducción de espacios abiertos.
Huye de la imitación de la naturaleza y va en busca de la creación e invención. Cada una de sus obras plantea un problema espacial que trata de resolver con la ayuda del material, según las características o propiedades del mismo. Algunos ejemplos son Peine del viento, Música de las esferas, Oyarak (Eco) y Espacios sonoros. En Peine del viento la naturaleza interviene como un elemento más, sin forzarla. Recurre al viento y al agua, intentando que todos formen parte de la escultura. Para las puertas de Aranzazu busca chatarras y desechos industriales que puedan servirle. No pretende hacer unas puertas donde se coloquen esculturas, sino que ellas mismas sean las esculturas.
En 1957 abre una nueva etapa de experimentación. Hasta entonces, en su lenguaje predominaban las líneas horizontales, verticales y curvas y ahora adoptará ritmos lineales más movidos e inquietos, de difícil comprensión.
Ejemplos: Hierros de temblor o Ikaraundi (Gran temblor), También elabora Rumor de límites, Modulación del espacio, la serie de ensayos Yunque de sueños, o la serie Abesti Goroa (Hacia lo alto). Son variadas composiciones que asentadas en rudos bloques de granito o madera, parecen extender sus ritmos al espacio con gran ligereza, a pesar del material, que no lo oculta.

Jorge de Oteiza (Orio, Guipúzcoa 1908 - 2003) fue un escultor español. Se le considera uno de los máximos exponentes de la Escuela Vasca de Escultura.
Se le concede por concurso la realización de la estatuaria para el friso y la fachada de la Basílica de Nuestra Señora de Arantzazu (1949-51), obra del arquitecto Francisco Javier Sáenz de Oiza. En esta gran obra, Oteiza pone en práctica sus teorías sobre el debilitamiento de la expresión figurativa, aplicándolas a un tema religioso. La Iglesia prohíbe los trabajos, retrasando su conclusión a 1968, cuando se termina de colocar el friso de apóstoles y se coloca en la fachada una imagen de la Virgen con el hijo muerto a sus pies.
Con la experimentación heredada del constructivismo, Oteiza se embarca en lo que denomina su Propósito Experimental (1955), título con el que se presenta en la Bienal de São Paulo (1957), donde obtiene el premio extraordinario de escultura. En 1959, por entender que había alcanzado a su fase conclusiva, decide abandonar la actividad escultórica. En estos cinco años de actividad Oteiza realiza una operación de gran trascendencia, al situar su obra en la senda de la tradición geométrica europea, reivindicando el neoplasticismo y el constructivismo soviético.
La recuperación de las estéticas geométricas europeas y su influencia en la cultura vasca generan las bases de lo que se denomina la escuela de la escultura vasca.
Durante los 60 y 70 Oteiza investiga la lengua vasca y las manifestaciones populares de su pueblo. En 1963 publica Quousque tandem…! Ensayo de interpretación del alma vasca, que se convertiría en su texto más conocido y polémico. En este libro se hace una defensa de la cultura popular vasca y su identidad.

Los contenidos de esta entrada están tomados de los apuntes de Fundamentos del Arte II del IES San Isidro de Madrid: 
https://sites.google.com/site/fundamentosdelarteii/home



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