0. Introducción: la Restauración Borbónica.
 |
Alfonso XII |
Tras el fracaso del proyecto político reformista y democrático del Sexenio, se produce la Restauración de la dinastía borbónica, con un sistema que, en lo esencial, repite los esquemas del régimen político moderado e isabelino, con algunas diferencias sustanciales y un planteamiento más moderno.
El cerebro del sistema político de la Restauración fue Antonio Cánovas del Castillo, antiguo ministro de la Unión Liberal, y mentor político de Alfonso XII, como Prim lo fue de Amadeo de Saboya. El 1 de diciembre de 1874, se publicó el Manifiesto de Sandhurst, redactado por Cánovas y firmado por el futuro Alfonso XII. El 29 del mismo mes, un pronunciamiento de Martínez Campos provocó la renuncia de Serrano y la vuelta al trono de los Borbones. Con ello, Cánovas se convierte en la gran figura política del nuevo régimen.
1. Elementos fundamentales del sistema político canovista
La ideología de Canovas del Castillo
Su pensamiento político se caracterizaba por:
- El Conservadurismo. Cánovas fue un político reaccionario y antidemocrático, siempre contrario al sufragio universal. Uno de los puntos básicos de su ideario era su creencia en la existencia de una Constitución no escrita, la “Constitución interna”, obra de Dios y de la Tradición, que establece principios como la Monarquía, la unidad de España, la religión católica, la defensa de la propiedad privada, etc.
- La defensa de la Monarquía moderada. Cánovas era partidario de mantener a los Borbones y el viejo sistema liberal antidemocrático basado en el sufragio censitario. Defendía la idea moderada de la soberanía compartida entre el Rey y las Cortes.
- El Pragmatismo. Conociendo la impopularidad de Isabel II, Cánovas consiguió que la reina renunciara a sus derechos al trono en 1870 a favor de su hijo. Además, sabía que debía buscar el consenso entre las fuerzas liberales, por lo que integró a los antiguos progresistas en el sistema para, así, lograr la estabilidad del mismo. En esto, Cánovas se diferenció radicalmente de los moderados y Alfonso XII, de su madre.
- El Civilismo. Cánovas era contrario al militarismo tradicional de la política española, fuente continua de inestabilidad (los famosos pronunciamientos) por lo que subordinó el poder militar al poder civil.
 |
Retrato de Cánovas |
Obsesionado con la idea de estabilidad, Cánovas proyectó, con éxito, un sistema bipartidista basado en dos partidos burgueses que, pacíficamente, se fueran turnando en el poder, lo que garantizaba la continuidad de la dinastía de los Borbones. Estos dos partidos serían:
- El Partido Liberal Conservador, conocido como Partido Conservador y creado por el propio Cánovas, heredero del antiguo partido Moderado y de la Unión Liberal, representante de la aristocracia y de los grandes propietarios.
- El Partido Liberal Fusionista, conocido como Partido Liberal, liderado por Sagasta, al que se unieron muchos de los progresistas y demócratas del Sexenio, y que representaba la izquierda del régimen.
La Constitución de 1876
El régimen de la Restauración se dotó de una nueva constitución que, en lo fundamental, es heredera de la moderada de 1845.
Principales rasgos de la Constitución:
1. Soberanía compartida de las Cortes con el Rey. Lo que significaba la negación de la idea de soberanía nacional.
2. Cortes Bicamerales:
- Congreso electivo
- Senado en el que se representan las clases poderosas del país: senadores “de derecho propio”: Grandes de España y jerarquías eclesiásticas y militares, senadores “vitalicios”, nombrados por el rey y senadores elegidos por sufragio censitario de los mayores contribuyentes.
3. Fortalecimiento del poder de la Corona que se constituyó como eje del Estado. Desempeñaba el poder ejecutivo y contaba con las siguientes atribuciones:
- Designación del Presidente del Gobierno
- Designación de los ministros (Compartido con las Cortes: Doble Confianza)
- Mando directo del ejército
- Poder legislativo compartido con las Cortes.
- Derecho de veto absoluto sobre las leyes aprobadas por las Cortes
- Poder de convocar, suspender o disolver las Cortes
4. Reconocimiento teórico de derechos y libertades, que en la práctica fueron limitados o aplazados durante los gobiernos de Cánovas.
5. No se especificaba el tipo de sufragio para elegir el Congreso. Posteriormente, se aprobó la Ley Electoral de 1878 que establecía el voto censitario, limitado a los mayores contribuyentes.
6. Recorte de la libertad religiosa. La Religión católica es declarada religión oficial del Estado.
7.La constitución destaca por su brevedad. Cuestiones como la organización territorial, las competencias de los Ayuntamientos o la administración de la justicia, quedaron pendientes.
El funcionamiento real del sistema: el turno de partidos, el caciquismo y el fraude electoral.
 |
El Caldo Gordo. Caricatura publicada en la Revista Pequeñeces |
El sistema de turno consistía en un acuerdo entre los dos grandes partidos, el conservador de Cánovas y el liberal de Sagasta para alternarse en el poder. A esta práctica se la denominó turnismo. El sistema se consagró en el conocido como Pacto del Pardo, nombre por el que se conoce al acuerdo al que llegaron Cánovas y Sagasta en 1885.
Evidentemente, con este sistema la formación de gobiernos no era fruto de la voluntad de los electores, sino que los dirigentes de los partidos acordaban el momento en que había de ceder el gobierno, tras lo que el Rey disolvía las Cortes y nombraba un nuevo Jefe de Gobierno, que convocaba elecciones. Estas se amañaban, de forma que el resultado se pactaba previamente por los partidos, mediante el “encasillado”, que consistía en la asignación previa de los escaños a elegir. El falseamiento de las elecciones se realizaba mediante diversos procedimientos, que iban desde el tradicional “pucherazo” (falsificación de las actas electorales) a la compra de votos, el cambio de votos por favores ( exención del sorteo de quintos, saldo de préstamos, agilizar expedientes administrativos...) o la coacción sobre los votantes.
 |
Sagasta repartiendo prebendas |
El sistema tuvo la virtud de garantizar la alternancia pacífica en el poder, poniendo fin durante un largo periodo al intervencionismo militar y a los pronunciamientos. Sin embargo, el turno fabricó algo parecido a una “democracia al revés” que mantuvo al margen del sistema a las fuerzas de la oposición, por un lado, y, lo que es más grave, a la mayor parte de la población española, ajena a los tejemanejes de los partidos. Estos eran “partidos de Notables”, o sea, compuestos por políticos dedicados a preparar las elecciones, sin base ciudadana.
El sistema se apoyaba en el Caciquismo. La clave de la adulteración electoral estaba en los “caciques”, que eran los encargados de llevar a la práctica los resultados electorales acordados por las élites de los partidos. Los caciques eran personajes ricos e influyentes en la España rural (terratenientes, prestamistas, notarios, comerciantes...), quienes siguiendo las instrucciones del Gobernador Civil de cada provincia, amañaban las elecciones. Los gobernadores habían sido a su vez informados por el ministro de Gobernación de los resultados que "debían" de salir en sus provincias, siguiendo el "encasillado" acordado por las élites políticas.
El caciquismo era posible gracias a la estructura social española, en la que la oligarquía agraria poseía un control absoluto sobre la mayor parte del país, gracias a que España seguía siendo una sociedad eminentemente rural.