1. Felipe V y la instauración del centralismo borbónico.
Los Borbones accedieron al poder tras la Guerra de Sucesión (1701-1713) que estalla tras la muerte de Carlos II, el último de los Austrias, sin descendencia. Éste, en su testamento, había legado su herencia a Felipe de Anjou, nieto del Rey Luis XIV de Francia (el famoso Rey Sol) y sobrino-nieto del propio Carlos II. Pronto, surgió un nuevo candidato procedente de la rama alemana de los Austrias, el Archiduque Carlos de Habsburgo, hijo de Leopoldo de Austria, primo de Carlos II.
Los apoyos con los que contaban ambos candidatos eran los siguientes:
Felipe contaba con el apoyo de Francia y defendía la aplicación en España del gobierno centralista que en Francia seguían los Borbones. Su principal apoyo interno lo tuvo en la Corona de Castilla. También contó con la simpatía de la mayor parte del clero español que temía la presencia en España de soldados protestantes ingleses y holandeses.
El Archiduque, en cambio, representaba la continuidad del modelo foralista o pactista, tradicional en la España de los Austrias, y fue el candidato preferido en la Corona de Aragón y, especialmente, en Cataluña. Además, el hecho de que Felipe fuera nieto del rey francés Luis XIV llevó a Inglaterra y Holanda a apoyar al candidato austriaco, ya que Francia era, por aquel entonces, la principal potencia militar europea y ambos estados temían que al poderío francés se le unieran las enormes posesiones del imperio español.
Mapa de la Guerra de Sucesión
La Guerra en España fue favorable a Felipe de Anjou, aunque no así en el exterior, dónde los partidarios de Carlos llevaban la iniciativa. Cuando el Archiduque Carlos subió al trono austriaco tras la muerte de su padre, sus aliados ingleses y holandeses decidieron buscar una salida negociada al conflicto. Así, la guerra terminó con la firma del Tratado de Utrecht en 1713, aunque Cataluña permaneció luchando contra Felipe V durante un año más, hasta la toma de Barcelona en 1714 y de Mallorca en 1715. El Tratado estipuló los siguiente:
- Felipe de Anjou, con el nombre de Felipe V,era reconocido como Rey de España, renunciando a su derecho a la corona francesa. El Archiduque Carlos, por su parte, tras ser proclamado Emperador Alemán, renunciaba al trono español.
- Los Países Bajos españoles y los territorios italianos (Milán, Napoles y Cerdeña) pasaron a Austria, mientras que Sicilia fue entregada a la casa de Saboya.
- Inglaterra obtuvo Gibraltar y Menorca y el navío de permiso (derecho limitado a comerciar con las Indias españolas) y el asiento de negros (permiso para comerciar con esclavos en las Indias)
Mapa del Tratado de Utrecht
La nueva dinastía borbónica introdujo importantes cambios en la estructura del estado, inspirados en el modelo absolutista y centralista francés:
- Los Decretos de Nueva Planta (1707 en Valencia, 1711 en Aragón, 1716 en Cataluña y Mallorca): Consistieron en la abolición de los fueros e instituciones propias de los reinos de la Corona de Aragón (como las Cortes aragonesas. la Generalitat de Cataluña o el Consell del Cent de Barcelona). Se mantuvieron los fueros de las provincias vascas y de Navarra ya que apoyaron a Felipe V durante la Guerra de Sucesión. Esta decisión fue trascendental en la historia de España, ya que diseñaron el estado centralizado que acabará siendo España durante la mayor parte de la historia contemporánea. La medida fue acompañada de la imposición del castellano como lengua oficial, aunque se toleraba el uso civil del catalán.
- Nuevo modelo de administración territorial. Consistió en la división del territorio en provincias, la sustitución de los virreyes por los Capitanes Generales y la creación de la figura de los Intendentes, funcionarios al mando de una provincia con competencias en materia fiscal o de orden público. Las Reales Audiencias se mantuvieron para las cuestiones judiciales y en los Ayuntamientos continuaron vigentes los cargos de Corregidor y Alcalde Mayor.
- El sistema de gobierno se centralizó suprimiéndose todos los Consejos de la época de los Austrias, quedando sólo el Concejo de Castilla que se convirtió en el órgano asesor con competencias judiciales. Se crearon las Secretarías de Despacho (Estado, Guerra, Marina, Hacienda, Justicia e Indias), antecedentes de los ministerios.
- Imposición de un nuevo sistema fiscal en los territorios de la Corona de Aragón. Se introdujo el Catastro, que era un impuesto fijo que se recaudaba directamente a los contribuyentes.
En consecuencia, el principal cambio sucedido en España tras la victoria de Felipe de Anjou en la Guerra de Sucesión fue la sustitución del modelo pactista de los Austrias por un modelo centralizado. Continuaron vigentes la monarquía absoluta de derecho divino y las estructuras económicas y sociales del antiguo régimen (sociedad estamental y economía señorial)
Respecto a la política exterior, los objetivos de la administración de Felipe II fueron recuperar las posesiones perdidas tras el Tratado de Utrecht y defender el comercio con América de los ataques de los corsarios británicos. Había además, una tercera clave en su afán de reconstrucción del antiguo imperio español en Europa: la ambición de su segunda mujer, la italiana Isabel de Farnesio, que deseaba la recuperación de los territorios perdidos en Italia para legarlos a sus hijos. Con Isabel, llegó el cardenal Alberoni, también italiano, que dirigió la política española durante los primeros años del reinado de Felipe.
En enero de 1724, Felipe V abdicó en su hijo Luis pero tras su muerte en agosto del mismo año, Felipe volvió a reinar. Alberoni fue depuesto y le sustituyó el español José Patiño en 1726. Éste basó la política exterior Española en la alianza con Francia, concretada en los Pactos de Familia (1734 y 1743) que conllevó la participación en la Guerra de Polonia (1733-1738) y en la Guerra de Sucesión de Austria (1743-1748), consiguiéndose que el Infante Carlos fuera coronado Rey de Nápoles y Sicilia, tras su conquista en 1734, y que el infante Felipe fuera nombrado Duque de Parma.
2. El Despotismo Ilustrado en España
En 1746, tras fallecer Felipe V, le sucedió su hijo Fernando VI. Fernando españolizó el gobierno con ministros como Patiño y Ensenada que iniciaron una política de reformas encaminada a equilibrar el maltrecho estado de la hacienda española, aumentando los ingresos y disminuyendo los gastos. Su reinado se caracterizó, además, por el mantenimiento de la paz en el exterior. Las medida más conocidas del Marqués de Ensenada fue la realización, en la Corona de Castilla, de un censo de todas las propiedades del reino, el celebre Catastro de Ensenada de 1749, que tenía como fin imponer un impuesto único sobre las propiedades y las rentas que fuera abonado por todas las clases sociales, incluida la nobleza. El proyecto no cuajó debido a la oposición de la clase dominante que forzó la caída de Ensenada.
Otro de los objetivos del reinado, impulsado desde la época de Felipe V por Patiño, fue el fomento de la recuperación de una marina potente para asegurar el comercio americano con la construcción de astilleros.
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Respuesta de la Villa de Huelva al cuestionario del Catastro de Ensenada |
Carlos III (1759-1788), hijo mayor del matrimonio entre Felipe V e Isabel de Farnesio y hermanastro de Fernando VI, sucedió a éste. Antes de ser rey de España desempeñó el cargo de Rey de Nápoles de 1735 a 1759. Su reinado es uno de los principales ejemplos europeos de la aplicación de reformas del despotismo ilustrado, práctica política llevada a cabo por los monarcas europeos del siglo XVIII, que planteaba reformar la sociedad del Antiguo Régimen inspirándose en las ideas de la Ilustración sin tener que eliminar la Monarquía Absoluta como sistema de gobierno. Se resumía en el lema. “Todo para el pueblo pero sin el pueblo”.
Retrato de Carlos III realizado por Mengs
Aunque España era un país verdaderamente atrasado, había cierto ambiente propicio a la difusión de las nuevas ideas ilustradas. El precedente más claro es Feijoo que en su Teatro Crítico Universal (1726) desmontaba algunas de las viejas creencias y supersticiones propias de la mentalidad imperante en el siglo XVII. Con Carlos III, se difunden en España los ideales de la Ilustración, sobre todo aquellos importados de Francia. Recordemos que estos son, fundamentalmente, la defensa de la Razón humana como método de conocimiento, de la educación como medio de transformación de la sociedad y del progreso de la humanidad como objetivo de toda acción política o cultural. La Ilustración rechazaba el tradicionalismo de la Iglesia y postulaba principios de libertad individual e igualdad social que, en España, fueron más moderados. Se limitaron al rechazo a ciertas formas de religiosidad popular (el exagerado culto a los santos o a las reliquias, por ejemplo) y al reconocimiento social a los escasos burgueses y a artesanos.
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Auto de Fe retratado por Goya |
Los objetivos del despotismo ilustrado en España fueron:
- La modernización del país en todos los ámbitos
- Impulsar la educación y mejorar los planes de estudios
- Mejorar las estructuras agrarias y la situación de los campesinos pobres
- Dignificar el trabajo manual y eliminar la limpieza de sangre.
- Reducir el papel de la Iglesia
- Mantener el papel de España como potencia mundial y reforzar el control sobre América.
Para ello, Carlos III se rodeó de ministros ilustrados, como el Marqués de Esquilache, el Conde de Aranda, el Conde de Floridablanca o Campomanes.
El primero de ellos, el italiano Esquilache, inició la Reforma urbanística de Madrid, con la construcción de monumentos, paseos, avenidas, alumbrado público, recogida de basuras, etc.
También reformó la Hacienda, mediante el rescate de rentas que habían sido enajenadas por los nobles y por la Iglesia que pertenecían a Corona.
Las medidas reformistas contaron con la decidida oposición de la Nobleza y del Clero. El tradicionalismo antireformista se hizo visible durante el conocido como Motin de Esquilache en 1766, revuelta popular, instigada por la nobleza, que con el pretexto de protestar contra el decreto promulgado por Esquilache que obligaba a cambiar la vestimenta tradicional en España (capas y sombreros) por otra más moderna, consiguió el cese de éste. La reacción popular se explica por la subida del precio del pan que la liberalización del comercio de granos había provocado. El Motín se cerró con la destitución del ministro italiano. Carlos III se vengaría, más tarde, expulsando a los jesuitas, a los que consideraba instigadores del motín.
El Motín, por tanto, no evitó el desarrollo de las reformas, sino que las relanzó. En 1766, el Conde de Aranda fue nombrado presidente del Consejo de Castilla. Otros impulsores de las reformas que alcanzaron puestos importantes en la administración fueron Campomanes y Moñino (luego Conde de Floridablanca)
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Retrato de Jovellanos. Obra de Goya |
Las principales reformas fueron:
Sociales:
- La creación de los Síndicos Personeros del Común, representantes
del pueblo frente a los ayuntamientos y eliminación de la limpieza de
sangre como requisito para acceder a los cargos públicos.
- Promulgación
de un Decreto reconociendo la “honradez de los Oficios Manuales”
Económicas:
- La creación del Banco de San Carlos, antecedente del futuro Banco de España.
- La emisión de Vales Reales, títulos de deuda pública, cuyo objetivo
era financiar la Hacienda, maltrecha a causa de los gastos militares.
- La reforma fiscal: Campomanes y Floridablanca rebajaron los
impuestos indirectos sobre el vino, el aceite, las carnes, etc. y
crearon impuestos sobre propiedades y rentas, los llamados, “frutos
civiles”
- El reparto de las tierras concejiles, ordenando la congelación de los arriendos (1768) Siguiendo los preceptos de la fisiocracia, expresadas en España en el “Tratado de la Regalía de la Amortización” de Campomanes, se intentó llevar a cabo una reforma de de la agricultura española
que repartiera mejor la propiedad de la tierra y modernizara la
producción. Para ello, se repartieron tierras sin cultivar de propiedad
municipal, se llevó a cabo una política de colonización de tierras sin
explotar promovida por Pablo de Olavide en la Sierra Morena, se eliminaron
privilegios de la Mesta como el libre paso autorizándose el cercamiento
de las propiedades agrícolas, se ordenó la limitación de las subidas de
las rentas por parte de los propietarios a sus arrendatarios, y se
fomentó la construcción de canales de regadío. Sin embargo, a pesar del
diagnóstico realizado por el mismo Campomanes no se dieron pasos para
acabar con la propiedad amortizada, aquella vinculada a nobles, clero o
ayuntamientos y que impedía el desarrollo de un capitalismo agrario.
- Ruptura del monopolio de los gremios en 1772 y establecimiento de
las Reales Fábricas, con apoyo del estado (armas, astilleros, vidrio,
tapices...)
- Liberalización del comercio del trigo, estableciendo la libertad de precios y de circulación, eliminando las aduanas interiores.
- La liberalización del comercio con América en 1778, eliminando el monopolio de Cádiz, ciudad a la que Patiño trasladó la Casa de la Contratación, y creando la figura de los navíos de registro. l.
Políticas:
- El establecimiento de la Junta Suprema del Estado, antecedente del Consejo de Ministros, en 1787.
- La intensificación de la política regalista, supremacía de la
Corona y del poder civil sobre la Iglesia, con la eliminación del poder
de la Inquisición sobre la sociedad española, consolidando el patronato
regio y, sobre todo, con la expulsión de la Compañía de Jesús adoptada
en 1767. Instituciones como las Universidades pasaron a estar bajo
control de la Corona.
- Creación de las Sociedades Económicas de Amigos del País, ideadas por Campomanes para crear nuevas élites urbanas que promovieran actividades económicas, culturales, etc.
- En América, la Corona trató de incrementar el control administrativo de la metrópoli: se excluyó de la administración a los criollos, se creó un nuevo virreinato, el del Río de la Plata en 1776, se reforzó el control sobre el comercio y el cobro de impuestos y se estableció el cargo de Intendente para reforzar la vigilancia sobre los territorios americanos.La obsesión de los ministros de la península por controlar férreamente las colonias americanas generó una brecha entre las élites criollas y España que estallaría en el siguiente siglo en las guerras de independencia.
Respecto a la política exterior, Carlos III, volvió a la alianza con Francia en el Tercer Pacto de Familia (1761) participando España en la Guerra de los Siete Años. La Guerra llegó para España en un mal momento puesto que la recuperación militar de España aún no estaba completa. Fracasó la invasión española de Portugal, mientras que Francia, que ya no era la potencia de antaño, fue superada por Inglaterra. La victoria británica llevó a la firma del Tratado de París (1763) por el que hubo que entregar Florida a Inglaterra y Sacramento a Portugal, compensando Francia esas pérdidas con la cesión de Luisiana. La Paz duró hasta 1779, fecha en la que España apoyó a los rebeldes independentistas norteamericanos contra Inglaterra, invadiendo Florida. La derrota británica permitió la recuperación de Menorca, Florida y Sacramento en el Tratado de Versalles (1783). El fracaso del asedio contra Gibraltar impidió la recuperación de dicha plaza.
El balance del reinado de Carlos III es bastante contradictorio, como el propio monarca. Carlos, al igual que los Austrias Mayores durante el siglo XVI, fue un rey enérgico que ejerció el gobierno directo. Supo rodearse de colaboradores eficaces y desplegó una política de reformas de la que fue inspirador. Sin embargo, sus reformas tuvieron un éxito limitado por varias razones entre las que destacan la oposición de los estamentos privilegiados (nobleza y clero), la dificultad que suponía remover estructuras tan anquilosadas como las del Antiguo Régimen y, por último, la propia insuficiencia de estas, incapaces de cuestionar las bases del sistema. Esto se aprecia, por ejemplo, en la ausencia de una política que eliminara los privilegios de la nobleza o que acabara con la amortización de gran parte de las tierras cultivables. Otro de los aspectos más negativos del reinado de Carlos reside en su agresiva y belicista política exterior que generó, además, un endeudamiento elevado de la Hacienda real.
El lado más positivo de su reinado es, evidentemente, su voluntad reformista y su capacidad para contagiar a los sectores sociales más dinámicos de la sociedad española (burguesía, intelectuales..) En este sentido, Carlos III es uno de los eslabones de la corriente modernizadora y europeísta de la historia española.
Tras el fallecimiento de Carlos III, le sucede Carlos IV (1788-1808) más conservador que su antecesor y cuyo reinado estará marcado por la Revolución francesa y sus consecuencias para España, llegándose al colapso del Antiguo Régimen.