¡Hola a tod@s!
Comenzamos un nuevo curso en el que, dentro de mis maléficos planes para suspender a todo el mundo, tengo la intención de repasar rápidamente los primeros temas de la historia contemporánea para así dedicar mas tiempo a la segunda mitad del siglo XIX y al siglo XX.
Para ello, dispondremos de esta entrada en la que iremos añadiendo actividades que nos permitan refrescar cuales fueron las principales transformaciones sucedidas entre el siglo XVIII y la primera mitad del sigo XIX.
Os dejo estos enlaces para que los consultéis:
La sociedad del Antiguo Régimen: Sociedad, demografía, economía.
a) ¿En qué consistía el Comercio triangular?
b) ¿Quienes llevaban a cabo el control y la administración de las colonias?
c) ¿Qué relación existía entre el Mercantilismo y la conquista de colonias?
El señor Grandet, (...), era, en 1789, un maestro tonelero que gozaba de una posición desahogada y que sabia leer, escribir y contar. Cuando la República francesa puso a la venta en el distrito de Saumur los bienes del clero, el tonelero, que contaba a la sazón cuarenta años, acababa de casarse con la hija de un rico comerciante en maderas. Grandet, provisto de su fortuna líquida y de la dote de su mujer, unos dos mil luises en oro, se fue a la capital del distrito, y allí, mediante doscientos dobles luises que ofreció su suegro al feroz republicano que vigilaba la venta de los bienes nacionales, obtuvo legalmente, aunque no legítimamente, por un pedazo de pan, los viñedos más hermosos de la comarca, una antigua abadía y algunas granjas. Los habitantes de Saumur eran poco revolucionarios, y el padre Grandet pasó por hombre atrevido, por republicano, por patriota, por hombre dado a las nuevas ideas (siendo así que a lo que era, en realidad, dado, era a las buenas viñas), y fue nombrado miembro de la administración del distrito de Saumur, donde dejó sentir política y comercialmente su pacifica influencia. Políticamente, protegió a los nobles e impidió con todo su poder la venta de bienes de los emigrados; comercialmente, proveyó a los ejércitos republicanos de un millar o dos de toneles de vino blanco que cobró entrando en posesión de unas soberbias praderas que dependían de un convento de monjas, y que entraban a formar parte del último lote. Cuando el Consulado, el honrado Grandet fue alcalde, administró honradamente y vendimió mejor; cuando el Imperio le llamaron señor Grandet. Napoleón no quería a los republicanos y reemplazó al señor Grandet, reputado de haber llevado el gorro frigio, por un gran propietario, un hombre cuyo apellido iba precedido de partícula, un futuro barón del Imperio. El señor Grandet dejó los honores municipales sin ninguna pena, porque ya había hecho hacer en interés de la villa excelentes caminos que conducían a sus propiedades. Su casa y sus bienes, ventajosamente empadronados, pagaban moderados impuestos. Después de clasificadas sus diferentes propiedades, sus viñas, gracias a sus constantes cuidados, habían pasado a ser la cabeza del país, palabra técnica que se empleaba allí para indicar los viñedos que producen los vinos de mejor calidad. Con este motivo hubiera podido pedir la cruz de la Legión de honor. Este acontecimiento tuvo lugar en 1806, época en que el señor Grandet frisaba en los cincuenta y siete años, su mujer en los treinta y seis y su hija única, fruto de sus legítimos amores, en los diez. El señor Grandet, al que la Providencia quiso sin duda consolar de su desgracia administrativa, heredó sucesivamente durante este año a la señora de la Gaudiniere, madre de su mujer, al anciano de la Bertelliere, padre de la difunta, y a la señora Gentillet, abuela materna suya: tres herencias cuya importancia no conoció nadie, pues la avaricia de estos tres ancianos era tan grande, que hacía ya mucho tiempo que amontonaban su dinero para poder contemplarlo secretamente. (...) El señor Grandet obtuvo entonces el primer título de nobleza que nuestra manía de igualdad no podrá borrar nunca, pasando a ser el primer contribuyente del distrito. Grandet explotaba cien fanegas de viñedo, las cuales, en los años de abundancia, le daban de catorce a diez y seis hectolitros de vino; poseía trece alquerías y una abadía cuyas ventanas y puertas había tapado por economía y para que se conservase; y ciento veintisiete fanegas de praderas donde crecían tres mil álamos plantados en 1793. Finalmente, la casa en que vivía era también suya, y de este modo se calculaba su fortuna visible. Respecto a su capital, dos personas únicamente podían calcular vagamente su importancia, la una era un tal señor Cruchot, notario encargado de colocar el dinero al señor Grandet, y la otra el señor de Grassins, que era el banquero más rico de Saumur, y en cuyos negocios tomaba parte el viñero cuando a aquél le convenía.(,,,). No había nadie en Saumur que no estuviese persuadido de que el señor Grandet tenía un tesoro particular o algún escondite lleno de luises y de que se daba todas las noches el inmenso goce que procura la vista de una gran masa de oro.