1. Define los conceptos de Revolución Industrial e Industrialización.
2. Explica los antecedentes de la Revolución Industrial: la Revolución Demográfica y la Revolución Agrícola.
3. Comenta el gráfico “La Población Inglesa, 1730-1800” de la página 46 del libro de texto, respondiendo a las siguientes cuestiones:
- Describe como evolucionan la natalidad y la mortalidad (Si aumentan, si descienden, si lo hacen regularmente, cuales son los picos en uno u otro sentido, etc.)
- Calcula el crecimiento de la población en millones de personas durante el siglo XVIII.
- Comenta cuales fueron las causas del crecimiento de la población. (Las explicamos en clase, pero puedes refrescar tu memoria leyendo el punto A de la página 60)
- ¿Qué consecuencias del crecimiento de la población favorecieron la Revolución Industrial? (punto A página 52)
4. Realiza un Cuadro-Síntesis explicando las características de la Primera y de la Segunda Revolución Industrial
Diferencias
entre la 1ª y la 2ª Revolución Industrial
PRIMERA |
SEGUNDA |
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Cronología
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Países
y Regiones Industriales |
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Industrias
que destacan
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Medios
de Transporte
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Tecnología
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Fuentes
de Energía
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5. Explica las condiciones de vida de los obreros (horarios, salarios, higiene, vivienda, trabajo infantil, etc.) a partir de los textos leídos en clase:
Charles
Turner Thackrah, Los
efectos de los oficios, trabajos y profesiones, y de las situaciones
civiles y formas de vida, sobre la salud y la longevidad (1832)
“En
esta fábrica
trabajan
mil quinientas personas, y más de la mitad tienen menos de quince
años. La mayoría de los niños
están
descalzos. El trabajo
comienza
a las cinco y media de la mañana y termina a las siete de las tarde,
con altos de media hora para el desayuno y una hora para la comida.
Los mecánicos tienen media hora para la merienda, pero no los niños
ni los otros obreros (...).
Cuando
estuve en Oxford Road, Manchester, observé la salida de los
trabajadores cuando abandonaban la fábrica a las doce de la mañana.
Los niños, en su casi totalidad, tenían aspecto enfermizo;
eran pequeños, enclenques e iban descalzos. Muchos parecían no
tener más de siete años. Los hombres
en
su mayoría de dieciséis a veinticuatro años, estaban casi tan
pálidos y delgados como los niños. Las mujeres
eran
las de apariencia más saludable, aunque no vi ninguna de aspecto
lozano (...). Aquí vi, o creí ver, una raza
degenerada,
seres humanos achaparrados, debilitados y depravados, hombres y
mujeres que no llegarán a ancianos, niños que nunca serán adultos
sanos. Era un espectáculo lúgubre (...)”
Robert
Owen, Observations
on The Effect of the Manufacturing System
(1815)
“En
los distritos fabriles es corriente que los padres envíen a trabajar
a sus hijos a los siete años u ocho años, en invierno y en verano,
a las seis de la mañana, a veces cuando aún es de noche y a veces
con escarcha y nieve, para ir a las fabricas, que a menudo tienen una
elevada temperatura y una atmósfera poco beneficiosa para el
organismo humano y donde la mayoría de los obreros trabajan hasta
las doce del mediodía; entonces tienen una hora libre para almorzar
y luego vuelven para continuar, en la mayoría de los casos, hasta
las ocho de la tarde.
Hoy
día los niños deben trabajar incesantemente para ganarse la mera
subsistencia. Están rodeados de otros niños en las mismas
circunstancias, y así, al pasar de la niñez a la juventud, poco a
poco se inician, especialmente los hombres, pero a menudo también
las mujeres, en los seductores placeres de la droga y la embriaguez,
para esto les ha preparado el duro trabajo diario, la falta de
mejores costumbres y el vacío total de sus mentes.”
F.
Engels, La
situación de la clase obrera en Inglaterra
(1845)
“(…)
El Dr. Lee, pastor de la vieja iglesia de Edimburgo, declaró, en el
año 1836, ante la Commission of Reliqions Instruction: ”Que no
había visto nunca, antes, una miseria como la de su parroquia. La
gente no tiene muebles, les falta todo, a menudo habitan dos parejas
de esposos en la misma habitación. Un día visitó siete casas en
las que no encontró ninguna cama, en algunas ni siquiera paja;
personas de ochenta años dormían sobre un armazón de madera. Casi
todas permanecían vestidas durante la noche. En un sótano había
encontrado dos familias de campesinos escoceses: dos de los hijos
habían muerto poco después de haber llegado a la ciudad, el tercero
estaba moribundo en el momento en que los visitó; para cada familia
había sobre el pavimento un montoncito de paja sucia; además, el
sótano -donde no era posible reconocer a una persona en pleno día-
también daba albergue a un asno. El ver tanta miseria en un país
como Escocia, haría sangrar a un corazón de piedra”. (…)
Las
casas de las ciudades escocesas tienen, generalmente, cinco o seis
pisos (…) y cada una está habitada por un gran número de
familias; la aglomeración de muchos individuos en una pequeña
superficie es, por esta causa, mayor. Estas calles -dice un diario
inglés en un artículo sobre las condiciones sanitarias de los
trabajadores en las ciudades- son tan estrechas, que desde la ventana
de una casa se puede entrar en la casa de enfrente, y las casas son
altas como torres, de modo que la luz apenas puede penetrar en los
patios y las calles. En estos lugares de la ciudad no existen
cloacas, ni hay en las casas cañerías o retretes, y, por lo tanto,
cada noche, todas las inmundicias, los residuos y excrementos, de por
lo menos 50.000 personas, son arrojados a los albañales, de modo
que, a pesar del barrido de las calles, se produce una capa de
suciedad estancada y un olor nauseabundo. (…) ¿No es de
maravillarse que en tales condiciones estén completamente
postergadas todas las normas de salud, la moral y aún de la más
elemental conveniencia? (…). La sociedad ha caído, en estos
lugares, en un estado de miseria indescriptible. Las habitaciones de
las clases más pobres son, en general, muy sucias, y evidentemente
no han sido nunca limpiadas; constan, en la mayoría de los casos, de
una sola pieza, que por la pésima ventilación y a causa de las
ventanas rotas e inadecuadas, es fría, muchas veces húmeda y se
encuentra en parte bajo tierra, siempre mal amueblada y, por lo
tanto, inhabitable. A menudo, un montón de paja sirve de lecho a una
familia entera; sobre él yacen hombre y mujeres, viejos y jóvenes,
en una promiscuidad repugnante. El agua se obtiene sólo de pozos
públicos, y la fatiga requerida para bombearla justifica,
naturalmente, todas las suciedades posibles.
En
Birmingham, (…) las casas de albergue para obreros son bastante
numerosas (más de 400), sobre todo en los patios del centro de la
ciudad; son casi todas repugnantemente sucias y húmedas, y sirven de
refugio a pordioseros, vagabundos, ladrones y prostitutas, que allí
comen, beben, fuman y duermen, sin ninguna consideración a las
conveniencias o al confort, en una atmósfera soportable sólo para
esa gente degradada.
Manchester
tiene no menos de 40.000 habitantes. La ciudad está construida de
modo que puede vivirse en ella durante años y años y pasearse
diariamente de un extremo a otro, sin encontrarse con un barrio
obrero o tener contacto con obreros, hasta tanto uno no vaya de paseo
o por sus propios negocios. Esto sucede principalmente por el hecho
de que los barrios habitados por la clase obrera están netamente
separados de los de la clase media.”